La gran mayoría de los profesores
y educadores sienten el deseo y responsabilidad de ayudar a aquellos
estudiantes que atraviesan por un proceso de duelo, sin embargo sienten en
muchas ocasiones que carecen de los conocimientos y preparación apropiados para
hacerlo. Aun así, aunque la formación en este sentido es muy favorable, no
se requiere de una preparación exhaustiva y extensa para que puedan marcar una
diferencia positiva en sus estudiantes. Este post pretende introducir
información básica que pueda colaborar con los educadores en dicha labor.
Lo primero: Es importante comprender que como educador, no necesitas ser un experto. Los profesores pueden ayudar mucho en estas situaciones, estando simplemente presentes: Escuchar al estudiante cuando éste expresa sus sentimientos y estando atentos acerca de cómo sus padres o cuidadores se están ajustando a la situación que atraviesan.
Puede que los estudiantes se
sientan más seguros hablando con el educador antes de hacerlo con cualquier
otra persona. Esto no significa que el profesor tenga que hacer de terapeuta o
asesor durante el duelo. No se espera de los profesores que provean de un
ambiente terapéutico en este –o ningún- caso. Sin embargo, sí pueden promover
un ambiente de apoyo y referir a los niños a especialistas y otros servicios de
apoyo cuando lo consideren apropiado.
No podemos prevenir el duelo en
los niños, pero podemos servir como fuentes de estabilidad y apoyo en uno de
los momentos más importantes de la vida del estudiante. Los siguientes 5 puntos
están destinados a ayudar al educador a apoyar mejor a los estudiantes que
atraviesan por un momento de duelo:
Al hablar con los niños acerca de
la muerte de un ser querido, usa las palabras “ha muerto” o “murió”.
Expresiones como “eterno descanso” o “ha fallecido” pueden confundirlos y hacer
más difícil para ellos entender qué ha pasado. Reforzar las realidades
fundamentales que rodean a la muerte –que es irreversible, que todos
eventualmente morimos y que existen razones fisiológicas o físicas por las que
una persona muere- ayuda a eliminar los conceptos erróneos comunes o malinterpretaciones
y puede ayudar a disminuir los sentimientos de miedo, culpa o vergüenza que
pueden acompañar la muerte de un ser querido.
2. Invita a los estudiantes de mayor edad a expresarse y hablar
A raíz de la muerte de un
familiar cercano, los hijos mayores pueden ser pasados por alto –o incluso
esperar de ellos su apoyo a otros miembros de la familia-. El colegio, por
tanto, se convierte en un lugar fundamental para que estos reciban un cuidado
por parte de adultos de confianza. Los estudiantes de más edad pueden no estar
preparados para hablar cuando les ofrecemos un espacio donde expresarse. Quizá
puedan preferir tiempo a solas o hablar de lo ocurrido con amigos. Puede que
digan que no necesitan o no desean hablar, incluso si se están sintiendo abrumados.
No intentes forzar la conversación. Ayúdalos a identificar a otros adultos con
quien podrían expresarse cuando se sientan preparados para ello, tales como
consejeros del colegio, tutores o psicólogos. Lo más importante es mantenerse
disponibles y brindando apoyo, así como continuar ofreciéndoles un espacio para
expresarse si así lo desean.
3. Permite que los niños se expresen
La meta no es anular la pena o el
dolor que pueden estar sintiendo, sino brindar una oportunidad para
que lo
expresen. Es mejor evitar comentarios dirigidos a tratar de animar a los
estudiantes que están en duelo (como por ejemplo: “Al menos pudiste pasar las
Navidades con él antes de que muriera”). Es también un impulso común compartir
experiencias personales acerca de nuestras propias pérdidas. Sin embargo, con
niños que atraviesan un proceso de duelo, es importante escuchar más y hablar
menos. Es necesario darles espacio para expresarse, más que “darle la vuelta a
la tortilla” trayendo nuestras propias experiencias dolorosas. También podrías
tranquilizar y asegurarle al estudiante –sobre todo a los más pequeños- que no
son responsables de la muerte. Incluso cuando no hay razones para sospechar que
se sienten culpables, los sentimientos de culpa son prácticamente universales
en los niños que afrontan un duelo.
4. Contacta con los padres o cuidadores y ofrece ayuda
La familia del estudiante debería
saber que él o ella están afrontando y adaptándose a la situación en el
contexto escolar. Es beneficioso contactar con los padres y cuidadores para
coordinar esfuerzos. Tras la muerte de un miembro de la familia, los padres o
cuidadores pueden sentirse abrumados e inseguros acerca de cómo ayudar a sus
hijos. Generalmente, aceptan y agradecen el consejo o asesoramiento del
personal del colegio y aprecian la preocupación de los profesores sobre la
situación.
5. Proporciona apoyos educativos
Los niños a menudo tienen
dificultades para concentrarse y aprender cuando están inmersos en un proceso
de duelo. Puede ser beneficioso para ellos un apoyo extra, asesoramiento o
cambios temporales en sus calendarios de evaluación u otras exigencias
académicas. No esperes a que los problemas escolares aparezcan para empezar a
ofrecer ayuda en este sentido. Habla con tus estudiantes, sus padres y
cuidadores, y con otras figuras clave del colegio -como otros profesores, psicólogos y coaches-. Esta red permitirá
coordinar el apoyo que le brindas al niño.
Lo esencial es lo siguiente:
Durante la semana, es mayor el tiempo que los niños pasan en el colegio que el
que pasan en casa. Los educadores están -literalmente- en ‘primera línea de
batalla’ en la situación de duelo en la infancia y, por ello, tienen una gran
oportunidad para prestar apoyo. Un poco de comprensión puede marcar la
diferencia.
Artículo original de Christine Park y David Schonfeld paraedutopia. Traducción de Kreadis.
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