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lunes, 30 de octubre de 2017

7 tips para padres cuyos hijos atraviesan dificultades en la lectura

La lectura empieza y termina en casa. Aunque los profesores pueden enseñar, apoyar y promover la lectura en los alumnos, si la mayor parte del trabajo de lectura no se hace en casa con propósitos genuinos y de recreación autodirigida del niño, la lectura siempre quedará relegada a una mera competencia académica.

Apoyar el desarrollo de habilidades sólidas de lectura, en especial en aquellos niños que presentan ciertas dificultades, es a menudo una cuestión de entrenamiento y experiencia, elementos de los cuales muchas familias carecen. No se trata de que los padres tengan que formarse en temas pedagógicos o de aprendizaje, sin embargo, sí se trata de que estos puedan proveer un apoyo necesario para ayudar a sus hijos a superar las dificultades y reticencias en cuanto a la lectura.

La investigación muestra que, si los estudiantes no leen hábilmente en el momento en el que llegan a 3er grado de primaria, las posibilidades de que cubran los atrasos y se pongan al día alcanzando el nivel esperado, son muy bajas. 

Pensando en estas estadísticas, la Universidad de Minnesota ofrece una infografía clara y sencilla para apoyar a aquellos padres que se encuentran en la búsqueda de estrategias y asesoramiento, proponiendo 7 claves para quienes atraviesan dicha situación.


Artículo original en TeachThought 7 Tips ForParents Of Struggling Readers

domingo, 2 de julio de 2017

5 Claves para hacer frente a los suspensos durante el verano

Transcurrido el año escolar, llegan por fin las vacaciones. Padres e hijos se preparan para ellas y las esperan con entusiasmo, hasta que el boletín de notas pone freno a la celebración cuando trae consigo uno o varios suspensos.

Son muchos los disgustos y la sensación de decepción que experimentan padres y madres porque sus hijos han suspendido. Surgen preguntas, pedir y rendir “cuentas”, sensaciones variopintas y, en muchos casos, conflictos en el contexto familiar.

Una calificación deficiente no suele ser fácil de aceptar y muchos padres la interpretan como una especie de fracaso personal o, incluso, como un precedente desalentador de cara al futuro de sus hijos. Las sensaciones que suelen aflorar con mayor rapidez son el desánimo, el enfado y la frustración, así como una serie de cuestionamientos hacia el hijo y hacia sí mismos.

Son muchas las razones que alimentan las sensaciones de los padres de cara a los suspensos. Una de ellas responde a la creencia de que las notas son un reflejo del rumbo que toman sus hijos, así como su perspectiva de futuro. En otros casos, las notas aportan valor -de manera más o menos consciente- a la imagen que los padres tienen del niño. Por otro lado, muchos padres son sensibles ante el hecho de que el fracaso escolar habla -con mucha frecuencia- de procesos, cambios, inhibiciones o conflictos por los que está atravesando el niño y que no se manifiestan explícita o claramente sino a través de sus resultados académicos.

Las sensaciones de frustración suelen incrementarse en los casos de familias en donde el año escolar ha transcurrido como un campo de batalla, o un escenario de grandes esfuerzos en cuanto a tiempo, dedicación y recursos. Los suspensos generan gran impacto y rabia cuando se valoran dichos esfuerzos (tiempo dedicado a estudiar con el hijo, discusiones familiares por los resultados parciales, dinero invertido en academias y profesores particulares…) en relación con el resultado obtenido, despertando mayor incomprensión por parte de los padres.

En cualquier caso, los suspensos ponen a los padres en una posición de impotencia y temor, que se manifiesta de diversas formas y, como es lógico, afectan las dinámicas de cara a las vacaciones. Son comunes las frases como “Nos has fastidiado el verano a todos”, “Olvídate de salir a jugar o estar con tus amigos, vas a hincar los codos todo el verano”, “No sé qué piensas hacer, pero no nos vas a arruinar el verano a nosotros”.

Muchos padres desde su sincera preocupación hacia el hijo o desde sus propias emociones y fantasías -algunas más fáciles de detectar que otras- se preguntan con frecuencia qué hacer frente a estas situaciones. Es por ello que resumimos algunas claves que esperamos sean de ayuda, para manejar la situación que deriva de los suspensos al finalizar el curso.

1. Mantener la calma

Antes de reíros o sentir desesperanza (y dejar de leer), tened en cuenta que os comprendemos y sabemos que las sensaciones que podéis sentir como padres en estas situaciones, son muchas y muy potentes. Así que permitid que os comentemos por qué apuntamos esto como primera clave:

En primer lugar, y sin intención de quitarle peso al tema, son pocos los que pueden decir que nunca han suspendido o fallado alguna prueba -de la índole que sea- a lo largo de su vida. Los suspensos y los fallos son parte del aprendizaje, lo cual no quiere decir que sea algo grave. Lo que sí puede agravar la situación es cuando estos se manejan de manera incorrecta o se ignoran las claves que apuntan a que es necesario atender a algo más o hacer un cambio.

Segundo, esos primeros momentos tras conocer las notas, suelen estar muy cargados emocionalmente. Bajo tales emociones, no es difícil que expresemos opiniones “sin filtro” que pueden llegar a agravar la situación que subyace al suspenso.

No se trata de que os reservéis vuestras opiniones. Intentad, sin embargo, esperar que pase el “pico emocional” antes de hablar con vuestro hijo. Todo aquello que le preguntamos al niño espera una respuesta sincera o “esclarecedora” de su parte. Generalmente, desde el enfado de los padres, los hijos suelen dar dos tipos de respuesta: o bien defensiva (“no sé el por qué, pensé que iba bien”, “el profesor me tiene manía”, “a Rafa sí lo aprobaron con 4,8”, “tú no me entiendes”, “déjame en paz”) o a través del bloqueo, la inhibición o la huida (llantos, silencios, irse a su habitación).

En “momentos emocionales pico” hay gran facilidad para expresar frases que asimilen el suspenso o “fracaso” a lo que el niño es, tales como “esto ha pasado porque eres un vago”, “nunca escuchas”, “sólo piensas en ti y no en cómo nos afectaría”. Sin embargo, suele haber menos apertura a reflexionar comprehensivamente en qué puede estar afectando la nota o resultados obtenidos.

Es necesario que tengamos claro lo que sentimos antes de expresarlo. En general, los niños responden bien ante nuestro esfuerzo por comprenderles, porque los embarca asimismo en su propio camino de auto-comprensión. Con esto no decimos que haya que quitarle importancia a la situación, sino que una actitud comprensiva, estimulante y asertiva es una clave. Expresar el enfado de manera constructiva y coherente puede hacer del suspenso una verdadera vía de aprendizaje. Hemos de ser sinceros teniendo en cuenta que no hay nada más importante que la autoestima del niño o nuestra relación con él o ella.

2. Analizar los motivos del suspenso

Es importante explorar la opinión del niño en cuanto a qué ha motivado el suspenso. Cada razonamiento al respecto lleva consigo distintos tipos de afrontamiento. En muchas ocasiones los suspensos se atribuyen a falta de “dedicación”, concentración o planificación. Es de vital importancia que no se ignoren las circunstancias generales del niño (a nivel emocional, del ciclo vital, familiar, social…), para determinar con mayor exactitud qué factores pueden estar influyendo en su desempeño académico.
Hay un factor “técnico” en el contexto educativo actual, que no deja de afectar los resultados en el paso de un curso a otro. Las exigencias y capacidades que son necesarias en etapas sucesivas no siempre son alimentadas o atendidas en etapas previas. Existe un vacío entre lo que “los padres piensan que el colegio debe estar enseñando” y lo que “el colegio piensa que los padres deben estar atendiendo” durante el proceso formativo y educativo. En estos casos, es necesario cubrir ese “vacío” con alternativas que puedan proveer al niño de recursos para la planificación, organización y manipulación (técnica y comprensiva) del material impartido en el curso.

Como comentamos al principio, la experiencia nos muestra que los resultados deficientes o incluso preocupantes a nivel académico, suelen ser reflejo de otros procesos que atraviesa el niño que requieren atención. En la mayoría de los casos la responsabilidad de los suspensos se atribuye exclusivamente al niño (a sus aptitudes y actitudes), dejando de lado otros elementos que juegan un papel de importancia, tales como: los recursos del centro, las herramientas que se proveen para hacer frente a nuevos retos académicos y de contenidos; circunstancias particulares cognitivas, emocionales, sociales o de adaptación; o, dinámicas familiares o contextuales (límites, expectativas, exigencia, conflictos en el seno familiar…).

En este sentido, además del análisis que se hace desde el equipo parental y con el niño, puede ser de gran ayuda solicitar tutoría con el maestro, orientador o tutor para esclarecer los factores que pueden estar influyendo en los resultados académicos. Cada niño es distinto, pertenece a una familia diferente, procesa las emociones y situaciones de forma única… y por ello los suspensos no responden siempre a las mismas causas ni se pueden seguir las mismas directrices para todos los casos de forma unívoca.

3. Y ¿Qué pasa con el castigo?

Muchos padres usan el castigo como un “motivador”, es decir “va a estudiar para que le devuelva el móvil”, “hará las fichas de mates para ganarse el tiempo en la pisci” … Sin embargo, en estos casos está comprobado que el castigo no influye de manera real en la motivación o decisión del niño frente a la intención de estudio. Aún más, cuando se trata de un adolescente, la apatía que puede mostrar ante el castigo es incluso más desesperante o frustrante para los padres y, como imaginaréis, igual de improductiva.

El estudiar o no, no debería representar un elemento asociado al premio o al castigo. El proceso de aprendizaje no debería traducirse para el niño en un “proceso mercantil”. De ahí a que la clave #2 sea tan importante: Una vez conocidos o esbozados los factores que pueden estar influyendo en el suspenso, es necesario actuar sobre ellos y crear paralelamente un sentido de compromiso, es decir, de responsabilidad.

Si estudiar es una responsabilidad, faltar a dicha responsabilidad ha de acarrear ciertas consecuencias. Consecuencias, que no quiere decir “castigo”. ¿Cuál es la diferencia? El castigo implica una acción que acarrea otra acción punitiva, algo que sentencia que lo que se ha hecho está mal y no ha de ocurrir. Admite poco espacio para la reflexión: “si no haces esto, te quito esto”. Sin embargo, la responsabilidad guarda en sí un elemento socializador: “todo lo que hago tiene consecuencias sobre mí, sobre otros y sobre mi contexto”. Desde la intención de formar individuos sanos y coherentes que serán parte de la sociedad futura, es una tarea imprescindible educar en responsabilidad, más que en error-castigo.

El castigo suele generar un contexto emocional “negativo” y uno de nuestros objetivos para transformar el suspenso en un aprendizaje, es que este se enmarque dentro de un contexto más motivador. Un castigo significaría “no dejarle bajar al parque durante el verano para jugar con los vecinos”, o “quitarle el móvil durante todas las vacaciones” … Sin embargo, una consecuencia asociada a la responsabilidad significaría establecer horarios de estudio y marcar rutinas diarias que permitan hacerse cargo de los resultados académicos y trabajar para dar respuesta a la situación.

En contextos emocionales agitados (y de ahí nuestra clave #1) se suelen imponer castigos desproporcionados que no generan un cambio real en la situación (en algunos casos producen cambios “de forma, pero no de fondo”), por lo que puede ser muy útil que los padres se den un espacio para determinar cómo el niño -y bajo qué límites y acuerdos- ha de responder ante el suspenso.

4. Hacer un plan, sin sacrificar el verano

Como es lógico, tiene que haber un periodo de trabajo y también de descanso. Esto se aplica tanto a padres como a hijos. No es aconsejable que los niños empiecen a estudiar apenas terminan el curso escolar. Suele ser más productivo que haya un espacio de descanso y ocio; y se puede usar este tiempo además para hacer una planificación ajustada a la edad del niño, las asignaturas suspensas y las medidas que se consideran necesarias para atajar el problema que ha suscitado las notas. El tema es poder encontrar un equilibrio entre ambas cosas; no se trata de que el niño abandone por completo la rutina y deje las asignaturas pendientes para última hora, ni tampoco que pase todo el verano estudiando sin salir de casa. Los niños deben tener siempre su tiempo para jugar y compartir con amigos.

Con mucha frecuencia, las familias responden ante el suspenso de alguno de los hijos volcándose en él o ella, o renunciando a las vacaciones familiares. Esto es un error por varios motivos: El suspenso o resultado académico del niño representa sólo un elemento del panorama familiar. No hay razones para convertirlo en algo que impregne toda la dinámica y actividades familiares. En su lugar, se trata de una situación que, si bien puede introducir cambios, es necesario manejar en contexto y de acuerdo a las circunstancias familiares.

Por otro lado, la carga negativa sobre los estudios se incrementa cuando la familia se ofrece como “mártir” al suspenso y se limita el ocio de otros miembros de la familia. Estaríamos, en este caso, penalizando toda la dinámica de la familia, teniendo en cuenta que tras el año escolar tanto padres como hijos necesitan y merecen el tiempo de descanso que ofrece las vacaciones.

Aunado a lo anterior, “suspender las vacaciones” se interpreta como un castigo y, como mencionamos antes, lo más importante es identificar el motivo que subyace a los suspensos y buscar soluciones para el buen desempeño y desarrollo de los hijos. En este sentido hemos de tener en cuenta, que aun cuando los suspensos dan señal de que es necesario cambiar, trabajar o mejorar sobre un tema que está siendo conflictivo, no todo lo que el niño ha hecho durante el año se resume en el “fracaso del suspenso”. Reconocer los esfuerzos y logros más allá de los resultados es sano y asimismo necesario.

Por último, está comprobado el efecto positivo que tienen los descansos en la educación. Aunque muchos padres suelen asociar correlativamente el tiempo de estudio en relación con los resultados, esta relación no es directa. No necesariamente mientras más tiempo se dedique a estudiar, mejor será el resultado obtenido. Los beneficios de los descansos han sido ampliamente estudiados y por ello han de tenerse en cuenta de cara al verano.

5. Ayudarlos a sacar lo mejor de sí mismos

Contrario a lo que desearíamos, la motivación de nuestros hijos no depende de nosotros. Se habla desde hace años en líneas generales, de dos tipos de motivación: la intrínseca (la que emana de la propia persona, desde sus propios deseos y objetivos) y la extrínseca (aquella que se estimula a través de recompensas externas). La mayoría de los padres frente a la frustración del suspenso, se enfocan en trabajar la segunda de ellas, ofreciendo recompensas, quitando privilegios o estableciendo acuerdos de qué se gana o qué se pierde dependiendo el desempeño del niño. Sin embargo, está comprobado que lo que nos impulsa a la mejora es la motivación intrínseca, la satisfacción de hacer las cosas más allá de la recompensa externa que acarrea realizarlas. A pesar de su importancia, es este tipo de motivación el que más pasa desapercibida.

La actitud de los padres es fundamental para alimentar la motivación real del niño. Pensando en ello, así como en la estabilidad de la autoestima e identidad del hijo, es crucial poder transmitir mensajes positivos que fomenten la sensación de capacidad y superación. Asimismo, comentarios del tipo: “Apruebes o no, ya el verano se ha fastidiado”, “Esto ha ocurrido porque no trabajas porque no quieres”, calan en los niños y suelen generar un contexto emocional desalentador. Se puede caer con ello en la “profecía autocumplida” (la persona cree que haga lo que haga va a suspender, al final no se implica de manera sincera y lo previsto se cumple) o en un estado de indefensión o desesperanza “haga lo que haga, no voy a poder aprobar”, o “qué más da que apruebe, si el año que viene será igual o peor”.

Es importante apoyar al niño, escucharlo, dejar que se exprese, darle seguridad y estimularlo reforzando la idea de que logrará alcanzar el objetivo que se plantee, siguiendo un plan de acción y en coordinación con el centro educativo, profesores y tutores que proveen de un enfoque e información valiosa para encaminar el trabajo a realizar.

Las vacaciones, con suspensos o sin ellos, no es un espacio “aislado en el tiempo” y ha de integrarse en éste experiencias positivas de aprendizaje. Puede que las claves propuestas se perciban como insuficientes dadas las emociones, sensaciones y consecuencias que se despliegan en el contexto familiar, sin embargo, lo más importante es poder resaltar cómo las respuestas impulsivas, trágicas o rígidas por parte de los padres, no suelen ser eficientes al atajar el problema. Por su parte, poder ensayar y reflexionar sobre estas claves sí suele serlo, siempre teniendo en cuenta que hemos y podemos buscar ayuda profesional cuando sentimos que se trata de una situación desbordante o que habla de otras problemáticas emocionales del niño.

jueves, 11 de mayo de 2017

La gestión de los padres en los conflictos entre hermanos

La relación entre hermanos representa un espacio de ensayo natural para que los niños aprendan sobre su mundo y sobre las relaciones. Se trata de un lugar seguro en donde pueden ensayar cómo interactuar con otros, aprender a gestionar los desacuerdos y conflictos, así como a regular sus emociones de manera sana. Las relaciones entre hermanos proporcionan un contexto para el desarrollo de la comprensión de sus mundos sociales, emocionales, morales y cognitivos. En particular, los hermanos juegan un importante rol en el desarrollo de la comprensión respecto a la individualidad de otros, es decir, sus emociones, pensamientos, intenciones y creencias.

Los hermanos representan figuras alternativas de apego y los beneficios de establecer relaciones cálidas, seguras y positivas pueden extenderse a lo largo de la vida del niño. Estas relaciones son esenciales para su adaptación psicosocial en la infancia y desempeñan un papel clave en su desarrollo emocional. De todo ello deriva la importancia de que sepamos promover las competencias sociales y emocionales que se despliegan en la dinámica entre hermanos, e intervenir en casos de dificultades para fomentar las experiencias positivas en la relación entre ellos.

Según las psicólogas Nina Howe y Holly Recchia, son 4 las principales características que se presentan en las relaciones entre hermanos durante la primera infancia:

-En primer lugar, las interacciones entre hermanos son relaciones definidas por fuertes emociones, sin inhibiciones, que pueden tener una carga emocional de distintas cualidades, positiva, negativa y, a veces ambivalente.

-En segundo lugar, las relaciones entre hermanos son definidas por la intimidad: cuando son jóvenes gastan grandes cantidades de tiempo jugando juntos, se conocen muy bien. Esta larga historia y un profundo conocimiento, se traducen en oportunidades para proporcionar apoyo emocional e instrumental los unos a los otros, con la participación en juegos de simulación para el conflicto y para entender los puntos de vista de los demás.

-En tercer lugar, las relaciones entre hermanos se caracterizan por grandes diferencias individuales en la calidad de las relaciones de los niños entre ellos.

-En cuarto lugar, la diferencia de edad entre los hermanos a menudo hace que las cuestiones de poder y control, así como las rivalidades y los celos, sean fuentes de contienda para los niños, pero también proporcionan un contexto para intercambios complementarios, como enseñar, ayudar y cuidar. 

Las relaciones entre hermanos a veces se convierten en un aspecto de difícil gestión para los padres, debido a la naturaleza potencialmente emocional y altamente cargada de la relación. En este sentido, muchos padres se ven en la necesidad de intervenir en las discusiones, juegos o situaciones que se dan en la relación entre los hermanos. Es natural que padres y madres deseen intervenir en las peleas y conflictos entre sus hijos. Sin embargo, muchas veces dicha intervención redunda -contrario a lo que los padres pretenden- en mayor rivalidad entre los hermanos, coartando así la posibilidad de aprendizaje que puede derivarse de los avatares de la interacción entre ellos.

Cuando pensamos en las relaciones entre hermanos hemos de tener en cuenta que el ambiente familiar, contra-intuitivamente, no es idéntico para todos los hermanos, ya que cada uno de ellos es diferente y por ello interiorizan de forma distinta las experiencias a lo largo de la vida. Además de esto, la relación entre los padres y cada hijo es particular y única. Suelen haber diferencias entre la aproximación de los padres a cada hijo que dependen de una gran variedad de factores, tales como la personalidad del niño, el momento de su nacimiento, la edad y experiencia de los padres o, incluso, el contexto de la familia extensa (apego y relación con tíos, abuelos…).

Desde el enfoque sistémico, la familia es un sistema complejo y siempre en movimiento, que está formado por dos sub-sistemas: el parental y el fraterno. Cada subsistema tiene sus roles, reglas, dinámicas y límites, y en muchos casos, la intervención del sistema parental en el fraterno, altera su dinámica e interfiere con el equilibrio que busca la relación. En determinadas ocasiones, la intervención de los padres en la interacción entre hermanos, puede catalizar las relaciones de conflicto, en especial cuando el trato es marcadamente diferencial o cuando se despliegan juicios acerca de uno o varios hijos como intento por remediar el conflicto.

Padres y madres buscan, con frecuencia, evitar las peleas entre hermanos, y aunque no existe una regla universal para mediar en dichos conflictos, sí existen aspectos generales a tener en cuenta, tales como:

• Crear un ambiente familiar positivo, en donde se fomente la solución de los problemas a través de la comunicación y la ayuda. Para ello es de vital importancia que todos los miembros de la familia se sientan cómodos para expresar sus sentimientos y emociones.

• Fomentar la autonomía, la independencia, la responsabilidad y la comunicación en nuestros hijos; que se sientan queridos, respetados y apoyados.

• Dedicar tiempo a los hijos e hijas, esto quiere decir, dedicar tanto tiempo compartido con todos ellos y tiempo individualizado con cada uno de ellos.

• Fomentar las actividades conjuntas de toda la familia y de los hermanos y hermanas.

• Evitar las etiquetas y las comparaciones. Aunque este aspecto resulta en la vida cotidiana harto difícil de conseguir (ya que a veces no provienen específicamente de los padres, sino de maestros, familiares, amigos…), es necesario tener en cuenta que cada niño es una persona independiente que vive momentos diferentes, y que está en un proceso continuo de aprendizaje.

Aunque es indispensable intervenir en los conflictos entre hermanos en donde el juego o la situación se torna agresiva o injusta, es necesario fomentar la resolución de conflictos entre hermanos por ellos mismos, con la mínima intervención de los padres. Esto no quiere decir que los padres no puedan ser facilitadores en dicho proceso de resolución, de hecho, esta función facilitadora es de vital importancia para evitar que se considere la agresión como vía de solución de conflictos.

El psicólogo Luciano Montero, propone como recomendación un sistema de cinco pasos que sirven de guía para dirimir las disputas entre hermanos, respetando los límites y dinámicas propios de la relación entre ellos:

-Primero, cada niño expone su punto de vista;
-Segundo, para asegurarse de que el otro lo entiende, lo repite con sus propias palabras (y si es muy pequeño, los padres proporcionan la ayuda para su expresión);
-Tercero, ambos niños repasan y sopesan las posibles soluciones (también les podemos ayudar o hacer preguntas que faciliten su comprensión de la situación, del punto de vista del otro y la posible solución);
-Cuarto, eligen un desenlace que satisfaga a ambos;
-Quinto, planean cómo ponerlo en marcha. Todo con nuestra ayuda, pero sin sustituirlos.

Durante este proceso es necesario que evitemos, en la medida de los posible: Descalificaciones, burlas ante las conductas inadecuadas, privilegios de unos hijos frente a otros y comparaciones entre ellos.

Puede ser sumamente difícil y retador el evitar hacer juicios o intervenir de manera intrusiva en la dinámica y conflictos entre hermanos, en especial cuando la conducta de estos puede parecer injusta o agresiva. Evidentemente, hemos de mediar en las situaciones en donde hay un desequilibrio marcado, una tendencia agresiva o en situaciones que pueden desembocar en un peligro emocional o físico para los hermanos. Sin embargo para ello, hemos de intentar evitar el juicio adulto y mediar desde la neutralidad, teniendo en cuenta que estamos interviniendo en un subsistema ajeno al parental, dotado de sus propias reglas y particularidades.

Es necesario ser conscientes, además, de cómo solemos afrontar los conflictos en general, y ser sensibles ante la tendencia natural a emitir juicios acerca de las conductas que consideramos erróneas, inadecuadas o negativas. Precisamente sobre el aspecto de los juicios que hacemos, Jane Lansbury, seguidora de Magda Gerber en la educación y cuidado en la primera infancia, reflexiona acerca de algunas razones por las cuales no resulta beneficioso intervenir desde nuestro juicio adulto en la relación entre pares. Entre los puntos que rescatamos de sus reflexiones, está el hecho de que el juicio parental crea una distancia con respecto a los hijos y entre hermanos, que resulta improductiva y dolorosa.

En este sentido, hemos de tener en cuenta que el comportamiento de nuestros niños suele ser el reflejo de su nivel de adaptación y mundo emocional. Los impulsos agresivos o de control, suelen mitigarse cuando el niño accede a su comprensión, más que cuando los culpabilizamos o avergonzamos por sentirlos o tenerlos. Los niños requieren de nuestra ayuda con respecto a la comprensión y control de estos impulsos, teniendo en cuenta que estos tienen un sentido según el contexto emocional del niño.

Los niños suelen aprender a comprender sus propias emociones y comportamientos cuando se sienten aceptados por sus padres y cercanos. El juicio suele distanciar y dicha separación es atemorizante para los niños. Esta sensación puede redundar en un incremento de las conductas “negativas” como un intento de reafirmación. Asimismo, cuando emitimos opiniones acerca de nuestros hijos, vamos dando forma a la manera en la que se perciben a sí mismos. El juicio paterno y materno puede caer en etiquetar ciertas conductas y por tanto, limitar su desarrollo y su identidad.

Vemos así como la gestión sana de los conflictos entre hermanos desde los roles parentales, es un aspecto de gran importancia en su desarrollo. Es indudable que los niños necesitan límites e intervención y mediación por parte de los padres, sin embargo, recordemos que desde nuestro rol parental, hay dinámicas de la íntima relación entre pares que no somos capaces de vislumbrar, por lo que nuestra intervención siempre ha de tener en cuenta la perspectiva y experiencia de los hijos.

Los niños tienen una profunda necesidad de aceptación y empiezan a mirarse a sí mismos de la forma en la que son percibidos y “mirados” por otros. La relación entre hermanos es una relación de aprendizaje. Y este aprendizaje incluye la práctica de habilidades sociales adaptativas, resolución de conflictos, tolerancia a la frustración, capacidad de auto-regulación y el desarrollo de habilidades y comprensión emocional; todos ellos aspectos que necesitan ser ensayados en la relación entre hermanos. Así, el punto clave en la mediación e intervención por parte de los padres en las dinámicas y conflictos entre hermanos, es que esta sea lo suficientemente sensible y respetuosa como para no limitar las infinitas oportunidades de aprendizaje que esta proporciona.

Artículo de Kreadis, con información de:
-Fernández, A., Gamarra, A., Izal, C., Betelu, M. (2001). La familia ante los celos infantiles: Pautas y orientaciones. Gobierno de Navarra, Departamento de Educación y Cultura.
-Guía sobre orientación familiar CEAPA. Gestionar las relaciones entre hermanos y las relaciones intergeneracionales con la familia extensa y los nuevos modelos de familia. Marzo 2014.
-Nina Howe y Holly Recchia. Las relaciones entre hermanos y su impacto en el desarrollo de los niños. Department of Education and Centre for Research in Human Development, Concordia University, Canadá. Diciembre 2014, Ed. rev. (Inglés). 

miércoles, 8 de marzo de 2017

Promover una imagen corporal sana en los niños

La imagen corporal tiene que ver con la forma en la que el niño se percibe y se valora. En muchas ocasiones, los conflictos que presentan los niños en cuanto a este tema, enmascaran otro tipo de cuestiones de orden relacional y emocional. 

De aquí que valoremos como fundamental que podamos proporcionar a nuestros niños todas las herramientas necesarias para que puedan hacer una construcción sana de su imagen corporal, siendo sensibles, asimismo, ante las dificultades que presentan en este sentido para garantizar la ayuda y el fortalecimiento de su autoestima y desarrollo emocional.

Resumimos algunos puntos a tener en cuenta en la siguiente infografía:



¿Quieres profundizar sobre este tema o necesitas hacer una consulta relacionada con ello? 
Escríbenos a info@kreadis.com

sábado, 20 de agosto de 2016

Claves para padres al comienzo de curso: la técnica “minuto a minuto”

Foto: Sergio Sánchez
Nadie dijo que educar a un adolescente fuese fácil, y mucho menos en lo relativo a temas escolares. Los padres cada vez están adoptando más responsabilidades en este sentido y, tenemos que admitir, que las cosas han cambiado mucho en las últimas décadas. ¿Cómo es posible que se suponga que los padres tienen que saber cómo manejar la cantidad de deberes sin un mínimo de guía al respecto?
Si como padres estáis luchando con un adolescente resistente al aprendizaje, probablemente hayáis oído más de una vez a personas que sugieren: “Puede que necesite dedicarle más horas, no debe estar estudiando lo suficiente”. Para la mayoría de los niños esto representa cumplir con una planificación de horas de estudio, releer temas vistos, consumir tiempo delante del libro de texto,  tareas que no suelen resultarles productivas. Sin embargo, muchos estudiantes no aprenden escribiendo o leyendo, sino que sus fortalezas se encuentran en las áreas visuales o kinestésicas, o en habilidades musicales o sociales. Entonces, ¿cómo podremos ayudarles a desarrollar sus habilidades de estudio?

miércoles, 3 de junio de 2015

Tú eres el mayor, has de dar ejemplo

La educación dentro del ámbito familiar es una preocupación que genera muchos interrogantes.
En este artículo, Françoise Dolto nos ofrece respuestas a algunas de las dudas que asaltan a los padres en su día y facilita espacios de reflexión sobre los hábitos educativos en el seno familiar.

miércoles, 18 de marzo de 2015

El papel de los padres con respecto al potencial de sus hijos

A pesar de lo que comúnmente pensamos, el potencial va más allá de la inteligencia, de la disciplina y ¡no digamos de las buenas notas!
El potencial implica la capacidad de adaptación al cambio, el poder permitirnos no sentir un error como un fracaso, darnos el espacio para descubrir y permitir que destaque aquello que nos hace particulares, aquello que disfrutamos haciendo y en lo que somos buenos, independientemente de las comparaciones con respecto a otros.

martes, 17 de febrero de 2015

El uso de Instagram - Guía para padres

La gente joven utiliza todo tipo de herramientas y servicios para comunicarse y relacionarse: aplicaciones, ventanas de chat de videojuegos, mensajes SMS... Existen miles de redes sociales para smartphones, e Instagram es solo una de ellas.


martes, 18 de noviembre de 2014

La influencia de los conflictos parentales en los hijos

Obra de Rovira Giménez
Un reciente estudio llevado a cabo por la Universidad de Leicester (Reino Unido) concluye que los niños pueden presentar diferentes problemas emocionales y conductuales en función de cómo interpretan los conflictos que surgen entre sus padres.
La investigación se realizó con el objetivo de entender por qué las discusiones familiares impactan negativamente en unos jóvenes más que en otros.

jueves, 27 de marzo de 2014

Léeles una Historia (3)

La participación de los padres en la educación de un niño empieza al nacer. Cantarles nanas y arrullarles con palabras llenas de ternura introducen al pequeño en el mundo del lenguaje. En este estudio se quería comprobar si los estudiantes de 15 años, cuyos padres habían participado activamente en su educación, habían tenido un mejor desempeño durante su etapa de primaria que aquellos cuyos padres no se implicaron.


miércoles, 26 de marzo de 2014

Implícate (2)

Beneficio de la implicación de los padres y cómo algunas formas específicas de implicación pueden beneficiar más que otras.

La mayoría de los padres saben instintivamente que, pasar más tiempo con sus hijos y estar activamente involucrados en su educación, le proporcionará a sus hijos una buena ventaja en la vida. La actual situación económica y social hacen difícil conciliar la vida profesional y el tiempo de dedicación a los hijos.

domingo, 9 de marzo de 2014

Impacto de la implicación de los Padres (1)

El impacto del factor parental en la Educación

En este post, y sucesivos, os pasamos nuestros comentarios en relación con los resultados y recomendaciones extraídas del informe  PISA (Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos), llevado a cabo por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Aunque el enfoque de Kreadis se basa en una visión menos estandarizada de la educación, si es cierto que el informe contiene algunos apuntes que consideramos rescatables.

Este informe examina el grado adquirido por los estudiantes al final de su educación obligatoria y algunos de los conocimientos y habilidades necesarias para la plena participación en la sociedad moderna, centrado en lectura, matemáticas y ciencias.

miércoles, 26 de febrero de 2014

miércoles, 27 de noviembre de 2013

El Feedback en el Aprendizaje: Pautas y Recomendaciones para proporcionarlo eficazmente

Aunque parece una tarea relativamente sencilla, se ha de tener muy claro cómo funciona el feedback como herramienta y la constancia que requiere por parte de aquel que hace uso de ella. Es por eso que detallamos aquí 10 ideas que pueden ser de utilidad para proporcionar un feedback de aprendizaje efectivo con el objetivo de brindar un contexto nutritivo al estudiante y potenciar su rendimiento.

Apuntes para padres y educadores - El Feedback en el Aprendizaje

Las valoraciones que se llevan a cabo en el contexto educativo han mostrado tener una influencia sobre el desempeño y la motivación de los estudiantes. El sistema de valoraciones es, claramente, el más utilizado a nivel práctico (evaluación por medio de calificaciones a pruebas y trabajos, valoraciones generales de desempeño, medias de rendimiento…); sin embargo, muchas de estas valoraciones carecen de una base genuinamente educativa.