Mostrando entradas con la etiqueta Fortalezas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Fortalezas. Mostrar todas las entradas

jueves, 16 de noviembre de 2017

Aumentar la autoestima en niños que se infravaloran



"Soy un torpe",
"Nunca consigo terminar nada",
"Nadie quiere estar conmigo",
"Siempre tengo la culpa de todo",
"Todo me sale mal".

Estas expresiones pueden estar significando que vuestro hijo se infravalora. Aquí os pasamos algunas pistas a través de 5 etapas para poder ayudar a vuestros niños a tener una mejor imagen de sí mismos  proporcionarles herramientas para afrontar el miedo a cometer errores y comunicarse de manera más eficaz y positiva.
1.     Fuera Etiquetas. "tú eres inteligente", "eres muy guapo", "eres tonto", "eres muy creativo"; este tipo de frases conforman la imagen que el niño se va haciendo de sí mismo. Es preferible que él se sienta y conozca sus dotes, talentos y fortalezas. Éstas se van evocando y generando a medida que pasa el tiempo. De esta forma, es conveniente evitar los "tú eres" a favor de una forma más descriptiva de lo que representan sus actos y que expresan nuestros sentimientos al respecto (incluyendo el "yo" o la primera persona). "veo que te has atado los cordones tu solo", "me encanta ver cómo te esfuerzas". Concentrarse en lo que hace y valorar sus esfuerzos e intenciones es la clave.
2.   Habituarles a no tener miedo a fallar. Frases del tipo "todo se consigue con la experiencia",  "la experiencia es la que hace que aprendamos", "cada error es un nuevo paso hacia el éxito" o "tienes todo el derecho a equivocarte", constituyen buenos ejemplos para conseguir esta habituación. Se puede incluso hacer un juego en familia: "los errores del día". Alrededor de una mesa cada uno comenta uno o varios errores que reconozca haya tenido ese día, lo que aprendió y lo que puede cambiar y/o mejorar al respecto. Si alguno de los participantes no encontrase mejoras u oportunidades, ni le resultase fácil identificar interpretaciones positivas, el resto de la familia pueden ayudar contando alguna de sus anécdotas y la forma en la que ha visto que la mejoró o consiguió tener éxito. Este tipo de intercambios desmitifican el error y permiten adoptar diferentes perspectivas. Otro de los puntos fuertes de esta dinámica es el propio entrenamiento en el hecho de podar contar sus situaciones, experiencias y anécdotas, sin ser juzgado, así como aprender a poner palabras a sus propias emociones. Esto dota de sentido a sus pensamientos y calma las reflexiones mentales (que suelen conllevar autocríticas).
3.     Apoyarse en los aspectos positivos. Cuando un niño saca una nota de un 4, no es conveniente añadir un punto de humillación a su decepción. Alentar sus esfuerzos observando y remarcando lo que ha logrado y todo lo que ha trabajado para conseguir mejorar y luego corregir los errores junto con él hará que no se sienta humillado. La ventaja de hacerlo es triple: - se adquieren una buena base para poder comentar errores e identificar áreas de mejora; se motiva al niño aprovechando sus éxitos y también se modifica el efecto de la escuela para que el niño no se hunda y no se sienta atacado, de lo contrario se puede correr el riesgo de abordar cada evaluación en clase con un estado mental negativo y experimentará ansiedad anticipatoria.
4.     Nada de acusaciones. Las acusaciones (como amenazas y gritos) provocan un efecto de bloqueo en el cerebro del niño. Esto hará que no le resulte fácil reflexionar y quedará "enganchado" en sus pensamientos negativos, cortando por completo el diálogo. En estos casos, es recomendable respirar y ayudarle a expresarse, promoviendo su crecimiento y desarrollo sano. No es aconsejable hablar en estos casos de "culpa".
5.     Reformular lo que dice el niño. Cuando un niño usa palabras como "nunca",  "siempre", "todos", "ninguno". hay que escucharle activamente e intentar reformular lo que ha dicho. La mejor manera es evocando sus emociones y mostrándole una nueva perspectiva. Si él dice: "¡Nunca puedo hacerlo!" , el hecho de repetir la frase como un eco diciendo "no puedes hacerlo por el momento ", o hablando de un éxito pasado " ¿recuerdas cuántas veces intentaste mantener el equilibrio en tu bicicleta y cómo al final lo conseguiste? "), o plantearle la situación con visión a futuro "cuando llegues allí ...", "cuando lo consigas..."
Ejemplo: Luis acaba de perder un partido de fútbol. Su padre lo escucha sin juzgar y cuidando su lenguaje corporal (evitando mostrar descontento, decepción). A continuación reconoce sus sentimientos y le ayuda a que él mismo pueda verbalizarlos (rabia, tristeza, enfado, decepción...). Luego pasa a evocar experiencias positivas que tuvo en el pasado y le invita a hacer sus comentarios pasando del "yo" al "nosotros de forma de consiga un anclaje positivo a través de la disociación. Finalmente, le muestra que el poder reírse de situaciones como esta ayuda a que pueda adoptar puntos de vista que mejoren su humor y le hagan sentir bien, lejos de degradarle.
- ¡Nunca hago nada bien! ¡Lo mío es dibujar!
- Veo que lo que acabas de decir te afecta bastante. ¿Te gustaría decirme qué pasó?
- ¡Nunca consigo meter goles en los partidos y todos se ríen de mí!
- ¿Crees que nunca marcas goles, que no eres buen jugador y que los demás se ríen de ti por ello? ¿Es eso lo que quieres decir?
- ¡Sí!
- ¿Te acuerdas de tu último partido en el que marcaste desde el centro del campo?
- Sí.
- ¿Te acuerdas de la cara del portero cuando se enteró de que el balón había entrado?"
- ¡Sí!
- ¿Qué sentiste?"
- ¡Estaba orgulloso! Era la primera vez que había marcado hasta ahora.
- ¿Qué hay de tus compañeros de equipo?
- Intentaron llevarme a hombros al final del partido
- Creo que eso demuestra que eres importante para ellos.
- Es verdad.
- Todos habéis experimentado derrotas y victorias.
- Sí.
- ¡Y a veces te ríes cuando ha habido algún fallo; como el día que Ricardo marcó en propia portería cuando se cayó de culo.
"¡Sí!
- ¡Pues hay que seguir aprendiendo y estar listo para vivir nuevas aventuras!

Con este tipo de intervenciones estaremos ayudando al niño a que se sienta capaz de actuar ante los obstáculos, de forma que acepten la responsabilidad de sus actos y pueda ir aumentando su autoestima.
Un niño con baja autoestima y que se infravalora de manera habitual, suele anticiparse a sus fracasos, se rinde antes de tiempo, muestra desesperanza ante situaciones en las que tiene que mostrar su valía, piensa que no hay nada que pueda hacer para cambiar esta dinámica, suele pensar que se esfuerza menos que los demás o que no lo intenta lo suficiente y esto es porque él ya cree haber fracasado antes de intentarlo.
Por el contrario, un niño con la autoestima alta, además de influier en su rendimiento académico de manera positiva, cree en sí mismo aunque se equivoque, de manera que cuando aparezca el fracaso, lo seguirá intentando, aumentando así las probabilidades de éxito. La alta autoestima también se asocia a mayor creatividad, mayor responsabilidad, más autonomía y mejora del desarrollo personal.
Y por último, un aspecto clave es la confianza que tenemos en el niño. Hay que confiar en él, si es así, el niño también creerá en sus posibilidades y se arriesgará más. Es importante hacer sentir al niño importante basándose en sus fortalezas y en su capacidad de mejora y tesón, de forma que se fomenten y mejoren sus habilidades e intereses.

Artículo preparado por Kreadis con información de:
- Les phrases à dire à un enfan qui s'auto-dévalorise - Papa positive - Jeff
- J'aide mon enfant à déveloper son estime de soi - Bruno Hourst
- ¿Qué puedo hacer para mejorar la autoestima de mi hijo? - Omicrono











lunes, 10 de julio de 2017

Las islas de competencia y la percepción de éxito

Todos somos buenos en algo, y hay veces en las que no nos resulta obvio ni es fácil identificar cuáles son estas áreas. Nuestros hijos no escapan a este principio y uno de los cometidos de padres y educadores es ayudarles a ser conscientes de cuáles son las perlas que cada uno de ellos esconde. Una vez encontradas e identificadas estas áreas de fortaleza, comienza el trabajo de construir sobre ellas.

A lo largo de todo el desarrollo y en todas las edades, los niños encaran constantemente situaciones que les suponen retos y aprendizajes. Pensemos en el desafío que implica para ellos el simple hecho de comenzar a caminar y experimentar la posibilidad de desplazarse hacia el lugar que quieren.

Muchos de ellos viven estos desafíos como retos ilusionantes y cada caída o fracaso es un estímulo para continuar perseverando, hasta que consiguen dominar la actividad elegida. Esta experiencia de éxito constituye un elemento vital para el desarrollo de una actitud mental que ayude a mejorar la fortaleza de carácter.

Al principio, lo que comienza siendo algo instintivo, con motivación y perseverancia se llega a dominar y se convierte en una "isla de competencia".

La percepción del éxito de padres e hijos está directamente relacionada con la fortaleza de carácter. Para que el éxito origine una isla de competencia, se requiere algo más que una única experiencia de éxito. Cuando somos capaces de comprender nuestras percepciones y las de nuestros hijos, estamos en una mejor posición para apoyar sus islas de competencia.

Este tipo de experiencias generan una sensación general de orgullo y va llenando en el niño un “depósito de perseverancia”, del que el niño puede hacer uso a medida que se vaya enfrentando a nuevos desafíos. De esta forma, se va generando un círculo benéfico, cada nueva realización con éxito refuerza la autoestima y alimenta su fortaleza de carácter.

No obstante, el conseguir éxito en la realización de una tarea, por sí solo, no constituye este patrón, ni es aplicable a todos los niños.

Todo lo que les rodea constituirán variables que afectarán de uno u otro modo a que esto se facilite o no, y aportarán el significado personal a las realizaciones del niño.

A continuación, recogemos las aportaciones de R. Brooks y S. Goldstein en lo que respecta tanto a los obstáculos con los que se encuentran algunos niños para poder desarrollar sus islas de competencia, como a proporcionar algunos principios a considerar para poder ayudarles a experimentar la aceptación y el éxito.

En cuanto a los obstáculos que se encuentran, estos han podido verse originados en cierta medida por distintos factores, entre ellos, los que más destacan pueden ser los que enumeramos a continuación:

·         Incapacidad de sentir la alegría por el éxito obtenido
·         Tener una baja autoestima
·         Atribuir el éxito de forma equivocada
·         Poner muy alto el listón
·         Contar con unos padres cuya concepción del éxito no coincide con sus fortalezas.

La experiencia del éxito no solamente ayuda a forjar la fortaleza de carácter en el niño, sino que también les ayuda a superar situaciones de estrés y los retos diarios a los que se enfrentan, además de aumentar su tolerancia a frustración.

Sin embargo, incluso alcanzando el éxito, hay niños que no consideran sus resultados positivos como éxitos propios al no identificar que lo han conseguido gracias a sus propios recursos, sino más bien en causas externas a ellos.

En este sentido, es importante identificar cuántos de estos obstáculos tienen relación con nuestros hijos y cuántos también lo tienen con nosotros mismos, nuestras creencias, expectativas y limitaciones. Si somos capaces de comprenderlos estaremos allanando y despejando el camino que puede llevar a nuestros hijos a que puedan conseguir y sobre todo disfrutar y celebrar sus propios éxitos.

Unas veces tendremos que aceptar y comprender el temperamento y la experiencia vital de nuestros hijos, otras tendremos que hacer una autoevaluación de nuestras opiniones y prejuicios respecto a lo que define el éxito de nuestros hijos, y en otras ocasiones deberemos lidiar con empatía y buscar las razones por las que algunos niños recurren al éxito "hueco", es decir, actividades que no son socialmente aceptables o que están al límite de la ley,  en las que son pseudo competentes, como portarse mal en la escuela, incorporarse a pandillas delincuentes, etc.

Una vez identificados, examinados y aceptados los obstáculos, el siguiente paso a dar sería comprender la teoría de la atribución con el fin de saber cómo nuestros hijos realizan sus atribuciones en ciertas situaciones.

Esta teoría se centra en los factores a los que atribuimos nuestros éxitos y errores. Las atribuciones que hacemos respecto a nosotros mismos y a los que nos rodean están determinadas por nuestras experiencias, por los conocimientos que hemos adquirido, por la comprensión, por nuestra actitud mental e incluso por los factores físicos y ambientales del momento. Por ejemplo, la mayoría de nosotros solemos interpretar los acontecimientos de la vida diaria en forma más negativa cuando estamos más deprimidos y, por el contrario, solemos ver las cosas de manera más positiva cuando nos sentimos alegres y con confianza ante las situaciones que se nos presentan. Es la historia del vaso medio lleno o medio vacío.

Por ejemplo, imaginemos a un supervisor que considera el trabajo de un empleado “cuidadoso”, y valora el tiempo y la paciencia que pone en la realización de la tarea, mientras que otro supervisor define el mismo ritmo de trabajo como “lento” y le pide que realice la tarea con más rapidez. Si analizamos bien la situación, el empleado ha realizado el trabajo con el mismo ritmo ante los dos supervisores, pero las atribuciones que cada uno ha realizado han sido distintas. Esto influye en la forma en la que cada uno se expresa hacia el empleado y uno le felicita por su buen hacer y el otro le critica por no hacerlo correctamente. Todo esto ha dependido del carácter, experiencias, motivaciones y necesidades de cada supervisor.

Lo mismo nos suele ocurrir en cuanto a la valoración que hacemos de las cosas que hacen nuestros hijos diariamente.

Finalmente, sería interesante tener en cuenta los siguientes principios para reforzar el cambio en este sentido:

·         Disfrutar y festejar francamente los logros de nuestros hijos (sean los que sean)
·         Destacar el aporte que hacen a la creación del éxito
·         Identificar y reforzar las islas de competencias que cada uno de ellos tienen
·         Dejar tiempo para que se puedan desarrollar sus puntos fuertes
·         Aceptar los puntos fuertes y éxitos de cada niño



El desarrollo de una fortaleza de carácter viene de la mano de haber experimentado la alegría y la emoción del éxito en áreas significativas para la persona. En la medida de lo posible, es conveniente vincular éstas experiencias a los intereses del niño y que éste pueda llegar experimentar una sensación de propiedad y de responsabilidad por el éxito que ha obtenido.

Artículos relacionados:
Reforzar la autoestima de nuestros hijos I
Reforzar la autoestima de tus hijos II

Artículo preparado por Kreadis con información de:
R. Brooks y S. Goldstein - Cómo fortalecer el carácter de los niños

lunes, 12 de junio de 2017

Reforzar la autoestima de nuestros hijos II

Ya hemos visto en nuestro post anterior algunas formas para conseguir reforzar la autoestima de nuestros hijos. Quizás la más relevante sea la de encontrar cuáles son sus fortalezas y buscar la manera de que sean conscientes de ellas. Que aprendan a utilizarlas y puedan servirles de soporte para ir mejorando en áreas en las que se sientan inseguros y les permita crecer y desarrollarse de manera sana.

Así dicho parece fácil, pero además de ser padres que encuentran talentos en sus hijos, que los refuerzan de buen grado y están pendientes de dar con la palabra positiva que les haga sentirse bien, también pasamos por momentos en los que nos enfadamos, en los que sentimos que nuestros hijos no cumplen con lo que esperamos de ellos o en los que hemos tenido un mal día en el trabajo y esto afecta nuestras emociones y acciones en casa. En estos momentos no es fácil estar pendientes del refuerzo y nos sale con mucha más facilidad la regañina, el reproche o el castigo. Esto, como bien sabemos si seguimos pensando en la analogía propuesta por Rick Lavoie en la que la autoestima es como las fichas de póker, son acciones y comportamientos que les quita bastantes fichas de póker a nuestros niños. El reto está en “quitarles” las menos posibles o, por lo menos no más de las necesarias.

Realmente, los padres, solemos caer en la tendencia a quitar más fichas de las que se merecen perder por algunos comportamientos. Veamos un ejemplo:

La familia de Paco está sentada a la mesa cenando, después de un largo día de trabajo, colegio y actividades extraescolares. Todos están cansados y con ganas de relajarse o irse a la cama. En un descuido Paco derrama el vaso de agua por la mesa y su padre salta diciéndole: "Pero Paco, ¿es que no hay un solo día en el que podamos cenar tranquilos?, ¿qué narices te pasa? ¿es que te levantas pensando en cómo puedes fastidiar el día a tu padre? No sé qué haces para conseguir sacarme de quicio. Eres un desastre, me tienes harto. ¿cuántas veces te hemos dicho que tengas cuidado en la mesa? Cada día te pasa lo mismo, no puedo contigo y lo peor es que no aprendes, te da igual. Ya has conseguido darnos la noche a todos. ¡Vete a tu cuarto inmediatamente y a ver si de una vez eres capaz de pensar en cambiar algo y hacer las cosas bien de una vez!”

El resto de la familia se queda cenando en silencio y el padre piensa que es posible que se haya pasado con Paco. Realmente piensa que lo que le pasaba es que venía ya bastante enfadado del trabajo, con la faena que había hecho su compañero de trabajo al perder a un importante cliente con su mala gestión. Sigue pensando que quizás debería ir a ver a Paco a su habitación y pedirle disculpas por su reacción tan exagerada. Va a su habitación, le pasa la mano por la cabeza y le dice: 

"Oye Paco, creo que me he pasado, no debería haberte hablado tan duramente, no estuvo bien. Lo siento, no volverá a ocurrir, es que venía alterado de la oficina." 

Y Paco le contesta: " lo siento papá, de verdad, lo siento".

Si hacemos un análisis de lo que ha supuesto esta escena para Paco en términos de la metáfora de las “fichas”, tenemos:


  • Se le ha gritado delante de toda la familia
  • Se le ha dicho que no aprende
  • Que es un desastre
  • Que quiere arruinar el día a su padre
  • Que le ha dado la noche a toda la familia

Paco ha perdido más de 50.00 fichas. Sin embargo:
  • Sentarse en su cama
  • Pedirle disculpas
  • Reconocer que no estuvo bien gritarle de ese modo
  • Pasarle la mano por la cabeza

Como mucho, le da de 10.000 a 20.000 fichas de póker, siendo muy optimistas.

El desequilibrio que se genera en este tipo de situaciones es grande y es importante que se aprenda a controlar lo que se les dice y cómo se les dice; que se intente comprender quién es el verdadero objetivo del enfado, si el compañero de trabajo o Paco en este caso.

Normalmente, bajo un sentimiento de frustración, muchos padres responden ante los errores de sus hijos de forma que no hacen más que reducir su confianza. Si lo que se pretende es reforzar una actitud mental de fortaleza en sus hijos, sus palabras y acciones deben comunicar la creencia de que es posible aprender de los errores. El temor de cometer errores es uno de los obstáculos más poderosos para el aprendizaje, y eso es incompatible con una actitud de fortaleza de carácter.

Otro aspecto que se nos puede estar pasando por alto es tener en cuenta "cómo se siente Paco". El tirar el vaso de agua, probablemente no haya sido un acto intencionado y el malestar que debe sentir al “fastidiar la cena” es probable que sea alto. Esto, unido a la reacción del padre, exacerba aún más la sensación de angustia en Paco, cosa que no facilita nada el que escuche de manera activa lo que le está diciendo su padre y, mucho menos, que esto pueda representar algún tipo de aprendizaje.

Si al comienzo del discurso, el padre de Paco intentase validar las sensaciones que Paco pudiera estar teniendo al derramar el vaso de agua, es muy probable que su discurso no fuese tan "caro" para Paco en términos de fichas que pierde.

Algo en la línea de lo siguiente quizás pueda arrojar un poco más de luz sobre este tema:

"Paco, imagino que esto te ha molestado porque no creo que haya sido tu intención hacerlo. A mí me ha hecho saltar y estoy muy enfadado, incluso llego a pensar que lo último que me faltaba hoy era tener una situación como esta en casa; necesito tranquilidad y esto no ayuda nada. He tenido un día muy malo en el trabajo y reconozco que estoy alterado. Vamos a intentar cenar en paz y, si te parece, luego hablamos para ver qué podemos hacer para ayudarte a que esto no ocurra tan a menudo. De hecho, esto me da que pensar que es posible que tú tampoco hayas tenido un buen día ¿me equivoco?”

A medida que vamos cambiando nuestro discurso hacia una postura más "asertiva" y comprensiva, la intensidad de sentimientos negativos, lejos de incrementarse como ocurrió en el primer escenario de la cena de Paco, irá decreciendo.

También es importante que se esté preparado para poder enfrentarse a todas las personas que estén quitándole fichas a nuestros hijos sin devolverles nada a cambio. Profesores, directores, conductores del autobús, padres de otros compañeros, personal en comercios que frecuenta, etc.. Nosotros también lo hacemos, pero tenemos que ser conscientes de que hay que “devolverles fichas” para no descompensar el saldo. Pero si hay alguien en la vida de tu hijo que le está quitando fichas, sin darle ninguna a cambio, están haciendo que la vida de tu hijo sea más dura y, por ende, la de toda la familia.

Afortunadamente, desde hace más de 50 años no se ha dejado de investigar en cuanto al impacto que representan para la vida de los niños el hecho de identificar, valorar y reconocer las cualidades de fortalezas de cada niño. Sería ideal que esto estuviese presente en todos los ámbitos en los que el niño interactúa: familiar, educativo y social. Y creemos que lograr intensificar estas cualidades en nuestros hijos es quizás, uno de los papeles más importantes de padres y educadores.

La clave no está en priorizar las deficiencias, sino en construir valores positivos en ellos.

El modelo deficitario puede ser adecuado en la práctica clínica para identificar cómo y porqué el niño atraviesa por un periodo de sufrimiento psíquico o emocional, incluso para prescribir estrategias que mejoren dichos aspectos, pero resulta muy limitado en su contribución para alcanzar una mejora orientada a futuro, ya que el mero alivio de “síntomas” no es sinónimo de resultados duraderos.

Estamos realmente convencidas, por lo tanto, de que las cualidades de fortalezas que os animamos a identificar, trabajar e infundir en vuestros hijos, pueden ayudar a cambiar su futuro.
Bibliografía:

Definición de Autoestima - La guía de Psicología - http://psicología.laguia2000.com/la-depresion/definicion-de-autoestima#ixzz4giCdpS00

Garaigordobil M. y Durá A. - Relaciones del autoconcepto y la autoestima con la sociabilidad, estabilidad emocional y responsabilidad en adolescentes de 14 a 17 años - Análisis y modificación de conducta, 2006, Vol. 32, Nº 141.

Rick Lavoie - La autoestima como fichas de póker


Brooks, Robert, Goldstein, Sam- Building Resilient Children (2001)