Todos somos buenos en
algo, y hay veces en las que no nos resulta obvio ni es fácil identificar cuáles
son estas áreas. Nuestros hijos no escapan a este principio y uno de los
cometidos de padres y educadores es ayudarles a ser conscientes de cuáles son
las perlas que cada uno de ellos esconde. Una vez encontradas e identificadas
estas áreas de fortaleza, comienza el trabajo de construir sobre ellas.
A lo largo de todo el
desarrollo y en todas las edades, los niños encaran constantemente situaciones
que les suponen retos y aprendizajes. Pensemos en el desafío que implica para
ellos el simple hecho de comenzar a caminar y experimentar la posibilidad de
desplazarse hacia el lugar que quieren.
Muchos de ellos viven
estos desafíos como retos ilusionantes y cada caída o fracaso es un estímulo
para continuar perseverando, hasta que consiguen dominar la actividad elegida. Esta
experiencia de éxito constituye un elemento vital para el desarrollo de una
actitud mental que ayude a mejorar la fortaleza de carácter.
Al principio, lo que
comienza siendo algo instintivo, con motivación y perseverancia se llega a
dominar y se convierte en una "isla de competencia".
La percepción del éxito de
padres e hijos está directamente relacionada con la fortaleza de carácter. Para
que el éxito origine una isla de competencia, se requiere algo más que una
única experiencia de éxito. Cuando somos capaces de comprender nuestras
percepciones y las de nuestros hijos, estamos en una mejor posición para apoyar
sus islas de competencia.
Este tipo de experiencias
generan una sensación general de orgullo y va llenando en el niño un “depósito
de perseverancia”, del que el niño puede hacer uso a medida que se vaya
enfrentando a nuevos desafíos. De esta forma, se va generando un círculo
benéfico, cada nueva realización con éxito refuerza la autoestima y alimenta su
fortaleza de carácter.
No obstante, el conseguir
éxito en la realización de una tarea, por sí solo, no constituye este patrón,
ni es aplicable a todos los niños.
Todo lo que les rodea
constituirán variables que afectarán de uno u otro modo a que esto se facilite
o no, y aportarán el significado personal a las realizaciones del niño.
A continuación, recogemos
las aportaciones de R. Brooks y S. Goldstein en lo que respecta tanto a los
obstáculos con los que se encuentran algunos niños para poder desarrollar sus
islas de competencia, como a proporcionar algunos principios a considerar para
poder ayudarles a experimentar la aceptación y el éxito.
En cuanto a los obstáculos
que se encuentran, estos han podido verse originados en cierta medida por
distintos factores, entre ellos, los que más destacan pueden ser los que
enumeramos a continuación:
·
Incapacidad de sentir la alegría por el éxito
obtenido
·
Tener una baja autoestima
·
Atribuir el éxito de forma equivocada
·
Poner muy alto el listón
·
Contar con unos padres cuya concepción del
éxito no coincide con sus fortalezas.
La experiencia del éxito
no solamente ayuda a forjar la fortaleza de carácter en el niño, sino que
también les ayuda a superar situaciones de estrés y los retos diarios a los que
se enfrentan, además de aumentar su tolerancia a frustración.
Sin embargo, incluso
alcanzando el éxito, hay niños que no consideran sus resultados positivos como
éxitos propios al no identificar que lo han conseguido gracias a sus propios
recursos, sino más bien en causas externas a ellos.
En este sentido, es
importante identificar cuántos de estos obstáculos tienen relación con nuestros
hijos y cuántos también lo tienen con nosotros mismos, nuestras creencias,
expectativas y limitaciones. Si somos capaces de comprenderlos estaremos
allanando y despejando el camino que puede llevar a nuestros hijos a que puedan
conseguir y sobre todo disfrutar y celebrar sus propios éxitos.
Unas veces tendremos que
aceptar y comprender el temperamento y la experiencia vital de nuestros hijos,
otras tendremos que hacer una autoevaluación de nuestras opiniones y prejuicios
respecto a lo que define el éxito de nuestros hijos, y en otras ocasiones
deberemos lidiar con empatía y buscar las razones por las que algunos niños
recurren al éxito "hueco", es decir, actividades que no son
socialmente aceptables o que están al límite de la ley, en las que son pseudo competentes, como
portarse mal en la escuela, incorporarse a pandillas delincuentes, etc.
Una vez identificados,
examinados y aceptados los obstáculos, el siguiente paso a dar sería comprender
la teoría de la atribución con el fin de saber cómo nuestros hijos realizan sus
atribuciones en ciertas situaciones.
Esta teoría se centra en
los factores a los que atribuimos nuestros éxitos y errores. Las atribuciones
que hacemos respecto a nosotros mismos y a los que nos rodean están
determinadas por nuestras experiencias, por los conocimientos que hemos
adquirido, por la comprensión, por nuestra actitud mental e incluso por los
factores físicos y ambientales del momento. Por ejemplo, la mayoría de nosotros
solemos interpretar los acontecimientos de la vida diaria en forma más negativa
cuando estamos más deprimidos y, por el contrario, solemos ver las cosas de
manera más positiva cuando nos sentimos alegres y con confianza ante las
situaciones que se nos presentan. Es la historia del vaso medio lleno o medio
vacío.
Por ejemplo, imaginemos a
un supervisor que considera el trabajo de un empleado “cuidadoso”, y valora el
tiempo y la paciencia que pone en la realización de la tarea, mientras que otro
supervisor define el mismo ritmo de trabajo como “lento” y le pide que realice la
tarea con más rapidez. Si analizamos bien la situación, el empleado ha
realizado el trabajo con el mismo ritmo ante los dos supervisores, pero las
atribuciones que cada uno ha realizado han sido distintas. Esto influye en la
forma en la que cada uno se expresa hacia el empleado y uno le felicita por su
buen hacer y el otro le critica por no hacerlo correctamente. Todo esto ha
dependido del carácter, experiencias, motivaciones y necesidades de cada
supervisor.
Lo mismo nos suele ocurrir
en cuanto a la valoración que hacemos de las cosas que hacen nuestros hijos
diariamente.
Finalmente, sería
interesante tener en cuenta los siguientes principios para reforzar el cambio
en este sentido:
·
Disfrutar y festejar francamente los logros
de nuestros hijos (sean los que sean)
·
Destacar el aporte que hacen a la creación
del éxito
·
Identificar y reforzar las islas de
competencias que cada uno de ellos tienen
·
Dejar tiempo para que se puedan desarrollar
sus puntos fuertes
·
Aceptar los puntos fuertes y éxitos de cada
niño
Artículos relacionados:
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Artículo preparado por Kreadis con información de:
R. Brooks y S. Goldstein - Cómo fortalecer el carácter de los niños
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