A pesar de los avances que se intentan hacer en materia de educación el problema del ‘fracaso’ o ‘deserción’ escolar, sigue
siendo uno de los temas que mayor preocupación suscitan. El modelo tradicional,
que suele implementar medidas aisladas frente a aquellos casos de ‘estudiantes
problemáticos’, viene dándose de bruces con la consecuencia secundaria -y
paradójica- que dichas medidas tienden a alimentar: el reforzamiento de la
marginación y aislamiento de dichos estudiantes. La
complejización del mundo y los retos que trae consigo la educación del Siglo
XXI, nos obligan a hacer una transición desde una perspectiva técnica (basada
en respuestas y medidas reactivas y de control), a una perspectiva adaptativa
que considera al sistema -a toda la comunidad- como parte del problema y, por
ello, parte de la solución.