La autoestima es un concepto
que se ha puesto de moda últimamente; solemos escuchar comentarios tales
como "a Carmen le va muy bien en la vida, tiene una autoestima tan alta
que ¡cómo no le va a ir bien!", "los López tienen problemas con su
niño, es que tiene una autoestima muy bajita el pobre, tendrían que ayudarle a
que mejorase el concepto que tiene de sí mismo".
Muchos de los conflictos o
éxitos personales, los relacionamos directamente con el “nivel” de autoestima,
y en muchos casos, parece que nos resulta fácil detectar cómo está el “termómetro
de la autoestima” en aquellos que nos rodean. Sin embargo, a pesar de ser un
concepto tan ampliamente utilizado, seguimos sin tener claro cómo podemos alimentar
o aumentar la autoestima o el sentimiento propio de valía.
Solemos confundir los
conceptos de “autoestima” y “autoconcepto”. Por ello, creemos interesante
revisar algunos matices en cuanto a su significado.
En los últimos años la
investigación del autoconcepto y la autoestima está despertando gran interés.
La mayoría de los autores asocia el término autoconcepto
a los aspectos cognitivos del conocimiento de uno mismo, y utilizan la
denominación de autoestima para los
aspectos evaluativo-afectivos. Cardenal y Fierro (2003) han definido el
autoconcepto como un conjunto de juicios tanto descriptivos como evaluativos
acerca de uno mismo; considerando que éste expresa el modo en que la persona se
representa, conoce y valora a sí misma. Aunque a menudo se usan de manera
equivalente autoconcepto y autoestima, ésta última constituye el elemento
valorativo del autoconcepto, es decir, del autoconocimiento.
La autoestima pues vendría a
ser un conjunto de percepciones, sentimientos y evaluaciones que hablan de la
autovaloración de uno mismo, de la propia personalidad, de las actitudes y de
las habilidades, que son los aspectos que constituyen la base de la identidad
personal. Ésta se construye desde la infancia y depende de la forma de relación
con las personas significativas, principalmente los padres, que representan las
primeras figuras de apego y referencia.
Foto: Phillip Haumesser |
Las expectativas poco
realistas sobre las posibilidades de los hijos suelen provocar en ellos el
deseo de aprobación y afecto, así como la necesidad de obtener metas personales
que no estén de acuerdo con sus verdaderas aspiraciones individuales y sus capacidades
reales, lo que puede llevarles a experimentar los fracasos como un
acontecimiento que deriva en la pérdida de autoestima.
Nuestra habilidad para
trabajar mejor y de manera más eficiente con los chicos tiene mucho que ver con
trabajar con su autoestima. Pero ¿cómo se hace eso?
Hemos encontrado una buena
analogía en una charla facilitada por Rick Lavoie que esperamos os sirva para poder
comprender y ayudar a vuestros hijos.
Lavoie nos invita a imaginar
la autoestima como algo tangible, como por ejemplo fichas de póker. Si tenéis
una buena autoestima, tenéis un montón de fichas de póker y si la tenéis muy
bajita, pues tendréis pocas fichas. ¡Así de simple!
Vamos a verlo de manera más
gráfica con un ejemplo. Pensemos en dos niños, que bien podrían ser compañeros
de clase de alguno de nuestros hijos. Uno de ellos, llamémosle “Toni Guay”,
tiene miles y miles de fichas de póker. ¿Cómo las consiguió? Las obtuvo, por
ejemplo, con todas las cosas buenas que le enriquecieron a lo largo de su vida:
- Le eligen como delegado de clase.
- Sale en el periódico del cole como alumno con
iniciativa y motivación por proponer un sistema de reciclado de papel.
- Metió un gol decisivo en el último minuto del
partido.
Toni tiene muchísimas fichas
de póker. Ha vivido muchas experiencias que le confirman su valía y que le
confirman, además, que es apreciado por quienes le rodean, por lo que se siente
bien consigo mismo. Toni, como cualquiera de nosotros, pierde fichas cuando las
cosas “no le salen bien”, o cuando ocurren cosas que no le gustan, como, por
ejemplo:
- La chica que le gusta acepta ser su pareja
para la fiesta de graduación (por lo que gana 20.000 fichas de póker más).
- Sin embargo, le sale un grano el día de la
fiesta (lo que le quita 5.000 fichas de póker).
Aun así, en el “recuento” de
Toni, aún le quedan 15.000 fichas, entre “sus más y sus menos”. En este punto, sería
necesario tener en cuenta la capacidad de Toni para tolerar la frustración, tema
que hemos delineado en notas anteriores y que abordaremos con mayor profundidad
en próximos artículos. Si Toni es capaz de tolerar la frustración que puede
implicar el grano que le ha salido, será capaz de apoyarse en todas las fichas
de póker que ha conseguido y sentirse bien consigo mismo.
Con este tipo de
experiencias Toni es un chico que va a la escuela cada día con un montón de
fichas de póker a su espalda.
A su lado se sienta “Paco
Pecas” quien a lo largo de su vida ha conseguido reunir un montoncito de fichas
de póker que le caben en la palma de su mano.
- No ha llegado a ser delegado de clase en los
cursos por los que ha pasado y suele pasar desapercibido en su clase.
- En los partidos de fútbol, “chupa” mucho
banquillo.
- Las chicas que le hacen caso tienen menos
fichas de póker que él.
Tanto Toni como Paco están
dentro del mismo sistema, juegan la misma partida, se les valora con las mismas
normas y tienen que jugar teniendo ambos una gran diferencia de fichas en sus
manos. Esto no parece justo ¿verdad?
Imaginemos ahora que proponemos
jugar contra nosotras con la cantidad de fichas que tiene Paco, mientras que
nosotras lo haremos con las que tiene Toni. ¿Cuál sería vuestra primera
reacción? ¿Querríais jugar? Es muy probable que la respuesta fuese que no.
¿Qué es lo que creéis que
está queriendo decir Paco cuando les dice a sus padres "no quiero ir al
colegio, por favor, no me hagáis ir, me duele muchísimo el estómago, tengo
ganas de vomitar, me duele mucho la cabeza, dejadme quedarme en casa hoy, por
favor"? Probablemente lo que está queriendo decir es "no tengo
suficientes fichas, no me hagáis jugar a este juego, ¡es casi imposible
ganar!"
Pero le decimos que tiene
que jugar; la ley dice que tiene que jugar, así que le decimos que tiene que ir
a la escuela.
Es como si nosotras os dijéramos
"lo sentimos, aunque no queráis jugar al póker con nosotras, igualmente
vais a tener que jugar con la cantidad de fichas que tenéis".
Imaginamos que vuestra
sensación de impotencia y frustración sería alta en ese momento. No obstante,
tenéis que jugar. Vosotros con pocas fichas y nosotras con cientos de ellas.
En este caso ¿Cuál sería
vuestro estilo en el juego? ¿Sería arriesgado o sería conservador?
Tendríamos respuestas
variadas ante esta pregunta, dependiendo de vuestro perfil de personalidad.
Habría personas que
apostarían todo, pensando en “¡qué más da!”, sintiendo de antemano que lo
tienen todo perdido.... Por lo que “cuanto antes se acabe el mal trago mejor”.
Este es el caso de los
jóvenes que se vuelcan en conductas de riesgo, esos que de alguna manera dicen “no
me importa", claro que voy a probar las drogas, alcohol y tabaco, podría unirme
a pandillas, me atrevo a caminar por el tejado de esa casa, traspasar las
normas. No tengo nada que perder, ni buena reputación, ni respeto, ni
consideración, casi no tengo amigos de verdad y la opinión que de mí tienen la
mayoría de las personas no es especialmente buena. ¿Por qué no ser impulsivo y
apostarlo todo? ¡No me importa!”. Este tipo de pensamientos y conductas parten
de un maltratado sentimiento de valía y buscan, de manera errónea, conectar con
los demás, encontrar límites y la individualidad, así como llamar la atención
de otros.
Foto: Robert Jahns |
Si Toni y Paco están en la
misma clase y el profesor pregunta ¿cuál es la capital de Dinamarca? Toni
piensa: "Yo creo que es Oslo, aunque no estoy seguro. Como tengo un montón
de fichas, si me equivoco, solo perderé unas pocas" Y dice en voz alta:
"Es Oslo" y el profesor dice: “No Toni, esa no es la respuesta
correcta”.
Paco está pensando que Oslo
no puede ser porque es la capital de Noruega, y la respuesta correcta cree que
es Copenhague, pero solo tiene un puñado de fichas y no se atreve a contestar
porque en el recreo tiene que hablar con Dani y su grupo para pedirles la
pelota que le quitaron ayer. Su padre le ha dicho que no vuelva a casa sin la
pelota, así que necesita todas sus fichas para hacer frente a Dani y su grupo.
El profesor dice, "la
respuesta correcta es Copenhague" y Paco piensa: "Lo sabía... debí
haber contestado". Sin embargo, es probable que en futuras ocasiones Paco tampoco
se atreva a contestar, intentando mantener las fichas de póker que tiene
intactas; “no gano, pero tampoco pierdo”.
Uno de los factores que más
influyen en las conductas y percepciones de nuestros chicos es que “no tienen
suficientes fichas”.
Entonces ¿cómo les damos más
fichas y aumentamos su autoestima? Construyendo a partir de sus fortalezas; es lo
que Bob Brooks llama "la isla de competencia", es decir, aquellas
actividades en las que el niño destaca más fácil y naturalmente.
Foto: Ahn Young Joon |
Todos poseemos fortalezas,
pero algunas veces no son tan obvias. Hay que descubrir todas aquellas cosas
que tu hijo hace bien, aquellas en las que es competente, sus fortalezas, y
darle toda la importancia que tiene, hacerlas evidentes, reconocerlas y
celebrarlas.
Por ejemplo, Laura, una
joven de 15 años, tenía dificultades para llevarse bien con sus compañeros, sin
embargo, los niños pequeños siempre se le acercaban. Por ser ese su punto
fuerte, comenzó a cuidar niños y esto le hizo desarrollar y aumentar su
confianza. Según iba sintiéndose mejor consigo misma, fue capaz de examinar y
cambiar su enfoque respecto a sus compañeros, lo que la llevó a ser más
aceptada por sus iguales.
Por ejemplo, si a tu hijo se
le da bien utilizar el destornillador, cada vez que necesites ajustar algún
tornillo, puedes pedirle que lo haga por ti, de manera que haya un
reconocimiento indirecto de su habilidad.
Una vez encontradas las
aéreas de fortaleza del niño hay que construir sobre ellas. Para ello, es
esencial realizar un trabajo conjunto entre la casa y la escuela, con vías de
comunicación claras entre el colegio y los padres de familia. Cuando los niños
descubren sus puntos fuertes, se hallan más dispuestos a encarar incluso esas
áreas que han resultado ser problemáticas para ellos.
Hay que ser unos excelentes
buscadores de talento con vuestros hijos y fomentárselos. Esta es una de las
mejores formas de darles más fichas de póker cada día.
Como padres y educadores,
una de las labores más importantes que debemos hacer con nuestros hijos para
mejorar su autoestima es encontrar sus fortalezas y buscar la forma de que cada
día se vayan a la cama con más fichas de póker que las que tenían cuando se
levantaron.
Artículos relacionados:
Reforzar la autoestima de nuestros hijos II
Las islas de competencia y la percepción del éxito
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Artículo preparado por Kreadis con información de:
- Definición de Autoestima - La guía de Psicología http://psicologia.laguia2000.com/la-depresion/definicion-de-autoestima#ixzz4giCdpS00
- Garaigordobil M. y Durá A. - Relaciones del autoconcepto y la autoestima con la sociabilidad, estabilidad emocional y responsabilidad en adolescentes de 14 a 17 años - Análisis y modificación de conducta, 2006, Vol. 32, Nº 141.
- Rick Lavoie - La autoestima como fichas de póker
- Brooks, Robert, Goldstein, Sam- Building Resilient Children (2001)
- Brooks, Robert, Goldstein,
Sam- Building Resilient Children (2001)
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