En posts anteriores hemos
podido ver cómo el proceso de aprendizaje puede verse afectado en los casos en
los que el cerebro tiene algún tipo de sufrimiento, dolor o padecimiento. En
este sentido, consideramos de gran ayuda el que las personas implicadas en el
proceso de aprendizaje tales como profesores, padres, educadores, etc., puedan
conocer las claves del sufrimiento emocional de los adolescentes para poder
entender qué les pasa y saber cómo poder ayudarles.
Cuando no se es consciente
de que existe esta posibilidad, tanto los adultos implicados en el tema como
los propios adolescentes se sienten atrapados y no resulta fácil salir de estas
situaciones de bloqueo emocional.
En este sentido, apuntamos
algunas claves que podrían ayudar a desbloquear este tipo de situaciones y
determinar cómo poder ayudar a los estudiantes a cambiar sentimientos y estados
emocionales de hostilidad, depresión, ira...en algo que resulte positivo y constructivo
para ellos.
Nos gustaría aprender a
responder y ayudar a los estudiantes cuyas respuestas al estrés se activan de
manera crónica y hacerle saber que ellos y sus comportamientos son algo más que
solamente su parte genética o sus aspectos biológicos, o su historia y bagaje
familiar y de su entorno.
También sería de mucha
utilidad el saber compartir con los jóvenes más frágiles que sus traumas del
pasado pueden fortalecerse, en lugar de endurecer sus mentes y sus corazones.
No es necesario vivir en constante
conflicto y dolor.
Lo
que intenta comunicar el comportamiento ‘negativo’ del estudiante
Las personas que sufren,
de manera no intencionada, suelen causar dolor a otras personas. Esto ocurre
dado que, cuando los adolescentes se sienten amenazados, se protegen de la
mejor forma que pueden o que saben: mienten, manipulan y sufren la ruptura de
las relaciones con sus iguales cuando éstos les perciben como inseguros,
impredecibles y/o amenazantes.
Foto: Alfonso Martí |
Tales comportamientos
pueden ser interpretados como una forma de comunicación y en estos casos
resulta educativo y constructivo poder leer entre líneas o intentar
descifrar qué es lo que realmente están intentando comunicar este tipo de conductas
(desafiantes, rebeldes o no deseables).
Una vez que vemos y
entendemos estas manifestaciones como formas de comunicar un estado de dolor y
sufrimiento, que el adolescente es incapaz de expresar verbalmente, o de
otras maneras, será posible hacerse la pregunta: ¿qué fortalezas esconden estos
jóvenes? Y poder sacarlas a la luz y mostrárselas a ellos.
Esto se podría considerar
como el comienzo de un proceso saludable de “cura”. Tan solo con un pequeño
cambio de foco en la relación que se mantiene con ellos, ya sería posible
generar un cambio.
El modo en el que nos
acerquemos a ellos irá cambiando, así como el tipo de preguntas que les iremos
haciendo.
No es lo mismo preguntar
¿qué es lo que pasa contigo? De manera inquisitiva, que preguntar ¿sabes si te
has podido haber equivocado en algo? Si es así, ¿hay algo que crees que podrías
haber cambiado?
Las siguientes preguntas
pueden ser de gran ayuda para esos momentos en los que nos sentimos atrapados.
Se podrían utilizar como excelentes iniciadores de conversaciones que pueden
provocar reflexión en los jóvenes, que pueden ayudar a que tengan otras
perspectivas, sentimientos y pensamientos a los que quizás no pudiesen detectar
o entender por sí mismos:
1.
¿Qué quieres?
2.
¿Tiene un plan?
3.
¿Qué necesitas para llevarlo a cabo?
4.
¿Cuáles son tus recursos?
5.
¿Cómo puedo ayudarte?
6.
¿Qué sería lo que te podría resultar difícil?
7.
¿Cuál podría ser el mejor resultado posible si pones el plan en marcha?
8.
¿Qué es lo peor que podría pasar?
9.
Tu interpretación del tema, ¿qué nivel de realidad tiene del 1 al 10?
10.
¿Qué te hace pensar que esto es así y en qué te basas para decir esto?
11.
¿Cuál sería el primer paso que tendrías que dar para mejorar esta situación?
Cuando se les escucha con
la mente abierta y de manera sensible y atención plena, es probable que se
pueda identificar si las respuestas que nos facilitan son justificadas. Esta es
una gran oportunidad para validar lo que se escuchó y simplemente estar
presente.
Restablecimiento
de las expectativas
A continuación, presentamos
tres procesos colaborativos que ayudarán a los estudiantes a reajustar sus
expectativas y a enfrentan un desafío académico, emocional o social.
1. “Recableando” los cerebros
de los adolescentes / estudiantes
Foto: Sergio Sánchez |
Una primera sugerencia es
que los profesores confeccionen una lista de puntos o palabras clave sacadas de
las que cada estudiante haya utilizado al compartir sus sentimientos y
pensamientos. Estas palabras pueden luego incorporarse a una historia que los
propios estudiantes generen como parte de un trabajo a una actividad que puedan
compartir. La finalidad es que sea el profesor el que pueda ayudar a los
estudiantes a percibirse como expertos en sus propias vidas. Como
co-diseñadores, podremos ayudarles a dibujar un mapa mental que pueda ilustrar
los pensamientos y sentimientos de los estudiantes y les ayude a entender
nuevas opciones y oportunidades, y puedan percibir sus retos como algo que
puede conquistarse.
Nuestros cerebros están
diseñados y cableados para procesar los cambios y son capaces de realizar
nuevas conexiones con cada nueva experiencia, pensamiento y relación que
realicemos. Esta plasticidad ofrece una estupenda oportunidad a profesores,
educadores y padres para poder ir generando nuevas conexiones en el cerebro del
adolescente con sufrimiento emocional.
Sería muy interesante que
profesores y educadores asumiesen la responsabilidad de compartir con sus
estudiantes los avances que se han realizado en cuanto a la investigación del funcionamiento
del cerebro. Los descubrimientos en neuroanatomía de los años 90 nos
permitieron observar imágenes en directo de los procesos metabólicos del
cerebro. En cuanto un cerebro responde a una orden o ante una imagen, sus
sentimientos y lóbulos cognitivos se activan. Ahora podemos comprender el importante
papel de las emociones, así como el impacto del estrés en la función cerebral y
el aprendizaje. El hecho de compartir esta información con los estudiantes
puede mejorar sus métodos de autoevaluación, incrementando así sus respuestas
personales a la estimulación y una mejora de su sentido de eficacia.
3. Bienestar del Maestro
No hay nada más
significativo en la relación estudiante-maestro que la autoconciencia y
autocuidado del propio educador. Nuestros estados emocionales (nuestro afecto
no verbal) acaban permeando y afectando nuestras relaciones con los
estudiantes. Todo lo que sentimos y experimentamos cuando nos relacionamos con
ellos es rápidamente y de manera inconsciente recogido por ellos y replicado
por ellos también. No podemos ignorar que existen estados de contagio emocional.
Para contrarrestar estados de “contagio negativo” hay recursos interesantes que
pueden resultar de gran ayuda, como la práctica del yoga, la lectura, caminar,
etc. Un consejo es planificar cada día dos actividades que sean nutritivas para
el educador, que le llenen emocionalmente, de manera que ayudan a mejorar las
relaciones con los estudiantes. Desapegarse en estos momentos es fundamental
para el bienestar del educador.
Como dijo una vez el poeta
Mary Oliver, "¡La única vida que puedes salvar es la tuya propia!"
Como profesor, ¿qué
prácticas de autocuidado llevas a cabo? ¿Y cómo ayudas a los jóvenes a trabajar
y aprender de sus emociones? Preguntas reflexivas como esta, son una
herramienta clave para profundizar en la comprensión y gestión del mundo
emocional, de manera que alimenten un clima sano para nuestros estudiantes y
adolescentes.
Artículo elaborado por
Kreadis con información de:
Desautels, Lori,
"Cracking the Code of Student Emotional Pain" (2015). Scholarship and Professional Work – Education. Paper
103. - http://digitalcommons.butler.edu/coe_papers/103
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