Así dicho parece fácil, pero
además de ser padres que encuentran talentos en sus hijos, que los refuerzan de
buen grado y están pendientes de dar con la palabra positiva que les haga
sentirse bien, también pasamos por momentos en los que nos enfadamos, en los
que sentimos que nuestros hijos no cumplen con lo que esperamos de
ellos o en los que hemos tenido un mal día en el trabajo y esto afecta nuestras
emociones y acciones en casa. En estos momentos no es fácil estar pendientes
del refuerzo y nos sale con mucha más facilidad la regañina, el reproche o el
castigo. Esto, como bien sabemos si seguimos pensando en la analogía propuesta
por Rick Lavoie en la que la autoestima es como las fichas de póker, son
acciones y comportamientos que les quita bastantes fichas de póker a nuestros niños.
El reto está en “quitarles” las menos posibles o, por lo menos no más de las
necesarias.
Realmente, los padres, solemos
caer en la tendencia a quitar más fichas de las que se merecen perder por
algunos comportamientos. Veamos un ejemplo:
La familia de Paco está
sentada a la mesa cenando, después de un largo día de trabajo, colegio y actividades
extraescolares. Todos están cansados y con ganas de relajarse o irse a la cama.
En un descuido Paco derrama el vaso de agua por la mesa y su padre salta
diciéndole: "Pero Paco, ¿es que no hay un solo día en el que podamos cenar
tranquilos?, ¿qué narices te pasa? ¿es que te levantas pensando en cómo puedes
fastidiar el día a tu padre? No sé qué haces para conseguir sacarme de quicio.
Eres un desastre, me tienes harto. ¿cuántas veces te hemos dicho que tengas
cuidado en la mesa? Cada día te pasa lo mismo, no puedo contigo y lo peor es
que no aprendes, te da igual. Ya has conseguido darnos la noche a todos. ¡Vete
a tu cuarto inmediatamente y a ver si de una vez eres capaz de pensar en
cambiar algo y hacer las cosas bien de una vez!”
El resto de la familia se
queda cenando en silencio y el padre piensa que es posible que se haya pasado
con Paco. Realmente piensa que lo que le pasaba es que venía ya bastante
enfadado del trabajo, con la faena que había hecho su compañero de trabajo al
perder a un importante cliente con su mala gestión. Sigue pensando que quizás
debería ir a ver a Paco a su habitación y pedirle disculpas por su reacción tan
exagerada. Va a su habitación, le pasa la mano por la cabeza y le dice:
"Oye Paco, creo que me he pasado, no debería haberte hablado tan
duramente, no estuvo bien. Lo siento, no volverá a ocurrir, es que venía
alterado de la oficina."
Y Paco le contesta: " lo siento papá, de
verdad, lo siento".
Si hacemos un análisis de lo
que ha supuesto esta escena para Paco en términos de la metáfora de las
“fichas”, tenemos:
- Se le ha gritado delante de toda la familia
- Se le ha dicho que no aprende
- Que es un desastre
- Que quiere arruinar el día a su padre
- Que le ha dado la noche a toda la familia
Paco ha perdido más de 50.00
fichas. Sin embargo:
- Sentarse en su cama
- Pedirle disculpas
- Reconocer que no estuvo bien gritarle de ese modo
- Pasarle la mano por la cabeza
Como
mucho, le da de 10.000 a 20.000 fichas de póker, siendo muy optimistas.
El desequilibrio que se
genera en este tipo de situaciones es grande y es importante que se aprenda a
controlar lo que se les dice y cómo se les dice; que se intente comprender
quién es el verdadero objetivo del enfado, si el compañero de trabajo o Paco en
este caso.
Normalmente, bajo un
sentimiento de frustración, muchos padres responden ante los errores de sus
hijos de forma que no hacen más que reducir su confianza. Si lo que se pretende
es reforzar una actitud mental de fortaleza en sus hijos, sus palabras y
acciones deben comunicar la creencia de que es posible aprender de los errores.
El temor de cometer errores es uno de los obstáculos más poderosos para el
aprendizaje, y eso es incompatible con una actitud de fortaleza de carácter.
Otro aspecto que se nos
puede estar pasando por alto es tener en cuenta "cómo se siente
Paco". El tirar el vaso de agua, probablemente no haya sido un acto
intencionado y el malestar que debe sentir al “fastidiar la cena” es probable
que sea alto. Esto, unido a la reacción del padre, exacerba aún más la
sensación de angustia en Paco, cosa que no facilita nada el que escuche de
manera activa lo que le está diciendo su padre y, mucho menos, que esto pueda
representar algún tipo de aprendizaje.
Si al comienzo del discurso,
el padre de Paco intentase validar las sensaciones que Paco pudiera estar
teniendo al derramar el vaso de agua, es muy probable que su discurso no fuese
tan "caro" para Paco en términos de fichas que pierde.
Algo en la línea de lo
siguiente quizás pueda arrojar un poco más de luz sobre este tema:
"Paco, imagino que esto
te ha molestado porque no creo que haya sido tu intención hacerlo. A mí me ha
hecho saltar y estoy muy enfadado, incluso llego a pensar que lo último que me
faltaba hoy era tener una situación como esta en casa; necesito tranquilidad y
esto no ayuda nada. He tenido un día muy malo en el trabajo y reconozco que
estoy alterado. Vamos a intentar cenar en paz y, si te parece, luego hablamos
para ver qué podemos hacer para ayudarte a que esto no ocurra tan a menudo. De
hecho, esto me da que pensar que es posible que tú tampoco hayas tenido un buen
día ¿me equivoco?”
A medida que vamos cambiando
nuestro discurso hacia una postura más "asertiva" y comprensiva, la
intensidad de sentimientos negativos, lejos de incrementarse como ocurrió en el
primer escenario de la cena de Paco, irá decreciendo.
También es importante que se
esté preparado para poder enfrentarse a todas las personas que estén quitándole
fichas a nuestros hijos sin devolverles nada a cambio. Profesores, directores,
conductores del autobús, padres de otros compañeros, personal en comercios que
frecuenta, etc.. Nosotros también lo hacemos, pero tenemos que ser conscientes
de que hay que “devolverles fichas” para no descompensar el saldo. Pero si hay
alguien en la vida de tu hijo que le está quitando fichas, sin darle ninguna a
cambio, están haciendo que la vida de tu hijo sea más dura y, por ende, la de
toda la familia.
Afortunadamente, desde hace
más de 50 años no se ha dejado de investigar en cuanto al impacto que
representan para la vida de los niños el hecho de identificar, valorar y
reconocer las cualidades de fortalezas de cada niño. Sería ideal que esto
estuviese presente en todos los ámbitos en los que el niño interactúa:
familiar, educativo y social. Y creemos que lograr intensificar estas
cualidades en nuestros hijos es quizás, uno de los papeles más importantes de
padres y educadores.
La clave no está en priorizar
las deficiencias, sino en construir valores positivos en ellos.
El modelo deficitario puede
ser adecuado en la práctica clínica para identificar cómo y porqué el niño atraviesa
por un periodo de sufrimiento psíquico o emocional, incluso para prescribir
estrategias que mejoren dichos aspectos, pero resulta muy limitado en su
contribución para alcanzar una mejora orientada a futuro, ya que el mero alivio
de “síntomas” no es sinónimo de resultados duraderos.
Estamos realmente
convencidas, por lo tanto, de que las cualidades de fortalezas que os animamos
a identificar, trabajar e infundir en vuestros hijos, pueden ayudar a cambiar
su futuro.
Artículos relacionados:
Reforzar la autoestima de nuestros hijos I
Las islas de competencia y la percepción del éxito
Bibliografía:
Definición de Autoestima - La guía de Psicología - http://psicología.laguia2000.com/la-depresion/definicion-de-autoestima#ixzz4giCdpS00
Garaigordobil M. y Durá A. -
Relaciones del autoconcepto y la autoestima con la sociabilidad, estabilidad
emocional y responsabilidad en adolescentes de 14 a 17 años - Análisis y modificación de conducta, 2006,
Vol. 32, Nº 141.
Rick Lavoie - La
autoestima como fichas de póker
Brooks,
Robert, Goldstein, Sam- Building Resilient Children (2001)
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