martes, 24 de marzo de 2015

Las 8 habilidades clave para el éxito de los estudiantes: El modelo de la brújula

Los profesores que pretenden transformar las vidas de sus estudiantes comprenden la importancia de ir más allá de la enseñanza del currículum escolar, ayudándolos a  desarrollarse como adultos capaces y comprometidos. Estos ven más allá de las medidas cuantitativas de éxito, enfocándose en el núcleo de habilidades esenciales que pueden ayudar a los estudiantes a vivir de forma productiva y saludable.

Aunque el mundo de la educación ha cambiado mucho a lo largo de los años, la meta principal de la educación sigue siendo la misma: Proporcionar un buen andamiaje a los niños para que estos alcancen la autosuficiencia. ¿Cómo conseguir esto hoy en día cuando los resultados de los exámenes a menudo parecen más importantes que el desarrollo de niños preparados para afrontar los desafíos de la vida profesional?


Sabemos tras décadas de investigación que las relaciones con los profesores, padres y otros adultos que proporcionan apoyo determinan cómo el niño en edad escolar adquiere su sistema personal de orientación, cargado de habilidades interconectadas y vías para conseguir el éxito. Cuando visualizamos dichas habilidades como si se tratase de una brújula interna, es fácil ver cómo la educación y el desarrollo van de la mano, cómo los niños pueden navegar con éxito a través de la escuela y de la vida.

Con esto en mente, Marilyn Price-Mitchell ha diseñado lo que denomina “La brújula”, un modelo visual que refleja las habilidades más ventajosas de cara al desarrollo de los niños e intenta comprometer a las escuelas, familia y comunidad a aplicar los principios del desarrollo positivo. Es un marco de comprensión del porqué los niños necesitan de estas habilidades interconectadas y cómo son alimentadas desde distintos contextos. Es también una llamada de atención para actuar cuidando de los niños, quienes merecen vivir de forma plena y significativa, más allá de las medidas externas de éxito.

La brújula está compuesta por 8 atributos:

Curiosidad
Es la habilidad para buscar y adquirir nuevos conocimientos, habilidades y formas de comprender el mundo. Se halla en el corazón de lo que motiva a los niños a aprender y lo que los mantiene aprendiendo a lo largo de sus vidas. La curiosidad facilita el compromiso, el pensamiento crítico y el razonamiento.

Alimentamos la curiosidad de los niños y otras habilidades de aprendizaje a largo plazo cuando los animamos a identificar y buscar respuestas a preguntas que despierten su interés. Cuando los ayudamos a reconocer los fallos como oportunidades para explorar, los animamos a experimentar y descubrir. Cuando reconocemos las diversas maneras en las que los niños pueden explorar el mundo –tocando, saboreando, moviéndose, oliendo…- y los alentamos y elogiamos en cuanto a su perseverancia en la búsqueda de respuestas, los ayudamos asimismo a comprender los principios de un aprendizaje comprometido. Cuando les mostramos cómo las partes se conectan e influyen en la sociedad como un todo, descubren que la curiosidad mejora las relaciones, potencia la innovación y conduce al cambio social.

Sociabilidad
Es la habilidad cooperativa de comprometerse e interactuar con otros. Deviene de un grupo de habilidades socio-emocionales que ayudan a los niños a comprender y expresar sentimientos y conductas de forma que faciliten relaciones positivas, incluyendo la escucha activa, autorregulación y la comunicación efectiva.

Trabajamos la sociabilidad de los niños cuando los ayudamos a comprender que las palabras que escogen hacen una diferencia en las relaciones que crean. Cuando les enseñamos que cada interacción social viene ligada a una reacción emocional, les ayudamos a evitar conductas impulsivas y a pensar antes de actuar en las situaciones difíciles. También fortalecemos su capacidad para trabajar en equipo de forma colaborativa.

Resiliencia
La resiliencia es la habilidad para afrontar y superar retos de forma que se promueva y se mantenga el bienestar personal. Incluye atributos como la persistencia, la iniciativa y la determinación.

Construimos resiliencia cuando animamos a los estudiantes a buscar nuevos retos intelectuales, emocionales, físicos y sociales, más allá de su zona de confort. Nuestro apoyo y aliento a medida que toman riesgos, superan desafíos y crecen a partir de los fallos y errores, los ayuda a aprender a recuperarse en los altibajos de la vida.

Autoconocimiento
Es la habilidad para examinar y comprender quienes somos en relación con el mundo que nos rodea. Se desarrolla a través de habilidades como la auto-reflexión, la búsqueda de significado y el trabajo sobre los valores y creencias. Se trata de mirar “dentro de nosotros mismos”. El autoconocimiento influye sobe la capacidad de los niños de verse a sí mismos como únicos y diferentes de los demás.

Estimulamos el autoconocimiento cuando incluimos a los niños en conversaciones reflexivas acerca de valores, creencias, actitudes y dilemas morales. Cuando los animamos a comprender y atender sus “sí mismos” intelectuales, emocionales, sociales y físicos, les hacemos saber que valoramos su potencial humano en su totalidad.

Integridad
Es la habilidad para actuar de forma consistente con los valores, creencias y principios que aseguramos que poseemos. Se trata del valor, la honestidad y el respeto en nuestras interacciones diarias. Moldeamos la integridad de los niños tratándolos con respeto y dignidad, escuchando sus sentimientos y preocupaciones sin juicios. Cuando les pedimos a los estudiantes que demuestren sus valores, creencias y principios a través de sus acciones, les recordamos su valor como seres humanos éticos, más allá de los resultados académicos o de una nota particular.

Inventiva
Es la habilidad para encontrar y utilizar los recursos disponibles para conseguir metas y resolver problemas. Se basa en habilidades como la planificación, el establecimiento de objetivos, el pensamiento estratégico y la organización.

Animamos a los estudiantes a ser ingeniosos cuando los apoyamos en la consecución de las metas planteadas. Cuando les enseñamos cómo pensar de forma estratégica, a ser flexibles en la búsqueda de soluciones, aprenden a vivir sin reglas rígidas o ideas preconcebidas que frenen la superación de los problemas.

Creatividad
Es la habilidad para generar y comunicar ideas originales. Promueve la imaginación, la innovación y el sentido estético.

Inspiramos creatividad cuando animamos a los estudiantes a expresarse a través de la escritura, la poesía, el teatro, la fotografía, el arte, los medios digitales, el juego y a no descartar sus ideas desde el principio. Cuando los animamos a pensar más allá de lo convencional, a tomar riesgos y no descartamos o censuramos sus ideas, su imaginación florece.

Empatía
Es la habilidad para reconocer, sentir y responder a las necesidades y sentimientos de los otros. Facilita la expresión del cuidado, la comprensión y la ternura.

Influenciamos las habilidades de los niños de preocuparse por otros más allá de sí mismos al crear relaciones significativas con ellos, asegurando que son valorados y comprendidos más allá de los resultados académicos. Cuando les exponemos distintos puntos de vista, los comprometemos con proyectos de la comunidad y acercamos el aprendizaje social al aula de clases, desarrollamos mayor empatía y compasión.

El modelo de la brújula ve la educación y el desarrollo de los niños como procesos integrados y alimentados a través de los esfuerzos de colaboración de padres, profesores y programas extra-curriculares. Cuando nos enfocamos en el desarrollo de estas 8 habilidades, los resultados son transformativos. No solo los niños se comprometen con el aprendizaje a largo plazo, sino que se convierten asimismo en “navegadores auto-suficientes de sus propias vidas”.

Artículo de Marilyn Price-Mitchell para edutopia. Traducción de Kreadis.


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