
Se manejan muchas estadísticas en
cuanto a cómo la pausa vacacional influye negativamente en las habilidades y
conocimientos adquiridos durante el año, así como en los hábitos diarios que
organizan la vida de los niños y su rol como estudiantes. Surgen así muchos
consejos, tips, ideas, recursos y estrategias que pretenden reducir el impacto ocasionado
por el hecho de que los estudiantes estén fuera del aula durante todo el
verano.
Muchos padres optan por comprar y
saturar con cuadernillos de contenido y práctica (mates, lengua, naturales…) a
los niños, lo que no sólo produce en ellos gran frustración, sino que además
tensa la relación entre padres e hijos y el verano termina por ser una
extensión de la “lucha” frente a los estudios y la necesidad de abarcar ciertos
contenidos o actividades. Si comparásemos esto al mundo adulto, no es difícil
ponerse en los zapatos de los niños imaginando lo desagradable que nos
resultaría tener que trabajar durante nuestras vacaciones. No obstante, la
pérdida del aprendizaje durante el verano es una realidad que afecta a muchos
estudiantes y desde luego exige una gestión que pueda conciliar el respeto por
su época de descanso con el mantenimiento de las habilidades adquiridas y
hábitos mínimos cotidianos.